No sé si en sí mismo es desconcertante, pero el caso es que tiendo a sumarme a quienes, entre otros tantos (Il Foglio: Se Obama fa la guerra a Fox, come la mettiamo con la libertà di stampa? Morale: neppure i Nobel pacifici amano le critiche; o bien, Iñigo Sáenz de Ugarte, en Guerra Eterna: Fox News vs. Obama) no terminan de encajar juntas estas dos cuestiones sobre la libertad de prensa, sin que algo chirríe:
1-- Según parece, hace bien el grupo mediático De Benedetti (Reppublica, etc.) en poner de chupa de dómine al presidente Berlusconi. Y, en ese sentido, es razonable que los medios internacionales secunden la iniciativa, mientras que no es razonable que Berlusconi al menos se queje.
2-- Según parece, hace mal el grupo mediático Murdock (Fox News, etc.) en poner de chupa de dómine al presidente Obama. Y, en este sentido, es razonable que los medios internacionales secunden la iniciativa de Obama en tratar a esa televisión como si fuera un partido político, y no es razonable que Murdock al menos se queje.
La respuesta obligada o precocinada es bien conocida: Berlusconi y Fox News son malos y de derechas, mientras que Obama y Reppublica son buenos y progresivos.
OK, esa es la respuesta para infantes escolares de enseñanza primaria. Hasta ahí llegamos casi todos. Incluso los que no apreciamos necesariamente en lo que vale el populismo de Berlusconi y Murdock y sin embargo apreciamos en lo que vale la retórica populista desarrollada por Obama y Reppublica. Da la impresión de que Obama no entiende bien algunos aspectos de la relación entre los medios de comunicación y los políticos según el european way of life que -por otra parte- tanto le admira.
El caso es que -como esta regla de tres, el maniqueísmo de buenos y malos no termina de cuadrar- no puedo evitar formular esta pregunta, que quizá resulte ofensiva para alguien: ¿hay alguna respuesta válida para ciudadanos con los estudios -al menos elementales- acabados?
Pienso que sí la hay, pero quizá su contexto resulta algo esotérico o extemporáneo para hablar directamente a la ciudadanía, pues se trata de tomar en consideración el bias ideológico o sesgo, o prejuicio, prevención, predisposición o distorsión asimética, o quizá error sistemático en que solemos vivir cada vez más intensamente los ciudadanos, gracias a los extraños manejos entre los medio de comunicación y los políticos.
Por eso, lo único que me viene a la cabeza al intentar compaginar ambas situaciones y posturas es pensar que sería muy interesante que, al menos en las Facultades de Comunicación se estudiara, en el contexto de los estudios de "opinión pública", alguna materia -no sólo un par de leccioncillas de pasada- sobre el "sesgo o bias: qué es y cómo se hace". Con casos prácticos, como los mencionados más arriba.
Luego, más adelante, se podría estudiar en la escuela. Por ejemplo, dentro de la materia Eduación para la Ciudadanía. Si es que en España la cosa se normaliza un poco al menos según las costumbres y directivas europeas en este terreno cívico.
Pero lo que a fin de cuentas llama la atención es que tanto Berlusconi desde hace tiempo como ahora Obama parecen seguir los pasos de gentes como Erdogan, Zapatero y Kirchner, contra los medios que osan atacarlos. A la búsqueda del poder (más bien absoluto que relativo, if posible).
JJ, el tema es bastante palmario, y tiene sus manifestaciones en otros casos. No está bien abuchear a Zapatero, pero sí está bien abuchear a Aznar. No está bien burlarse de la religión mahometana, pero sí está bien burlarse de la Iglesia. Etc.
A lo mejor comento algo sobre esto.
Otrosí. Todo el mundo se refiere a la Fox como "televisión reaccionaria", "ultraderecha", pero a todos les choca una barbaridad si decimos que Público es un periódico amarillista de extrema izquierda.
Publicado por: José María Sánchez | 14 octubre 2009 en 08:24 p.m.
José María, me parece que con el mismo desparpajo con que se hacen no pocas tropelías (Drae: "atropello o acto violento, cometido generalmente por quien abusa de su poder") de tipo semántico y pragmático, alguien tiene que ponerse a llamar las cosas por su nombre, incluyendo la no fácil tarea de desenmascarar la carga de deprecio o desprecio, de desaire a la dignidad humana que suponen algunas de esas "cosas dichas" mentirosas porque no responden a la realidad. Y cuando menos, intentar que aparezca la pseudo-simetría sofística (un "hablar equilibrado") que siempre se suele buscar aparentar en los dichos y hechos maniqueos. En fin, muchas gracias por animarte a escribir sobre estas (en apariencia) pequeñas menudencias, en las que a fin de cuenta se libran las grandes batallas en pro de la razón y la justicia a la realidad. Un cordial saludo.
Publicado por: JJG Noblejas | 14 octubre 2009 en 10:20 p.m.
JJ, esta semana hemos realizado un boceto de comentario sobre este tema en Portocarrero y Asociados. Hemos incluido referencia a este texto tan magistral. A estos casos se pueden unir dos recientes: la defensa a ultranza de Polanski (que emborrachó a una menor para abusar de ella) y el libro sobre el hijo de Mitterrand y sus gustos sexuales ("comprendidos" por la "intelligentsia"), como ha señalado Ignacio Aréchaga en Aceprensa.
Publicado por: José María Sánchez | 21 octubre 2009 en 10:49 a.m.