Tiene razón Sandro Magister al decir que en esta orilla europea del Atlántico la noticia ha pasado casi desapercibida.
Se refiere a la declaración de Manhattan para defender la vida, el matrimonio, la libertad religiosa, y la objeción de conciencia, lanzado conjuntamente – cosa rara – por exponentes de primerísimo plano de la Iglesia católica, de las Iglesias ortodoxas, de la Comunión anglicana y de las comunidades evangélicas de los Estados Unidos.
Entre los líderes religiosos que han presentado la declaración, el pasado viernes 20 de noviembre, en el National Press Club di Washington (en la foto) estaban el arzobispo de Filadelfia, el cardenal Justin Rigali, el arzobispo de Washington, Donald W. Wuerl, y el obispo de Denver, Charles J. Chaput.
Este es el texto abreviado de la Declaración:
20 de noviembre de 2009
Los
cristianos, cuando han dado vida a los más altos ideales de la propia
fe, han defendido al débil y al vulnerable y han trabajado
incansablemente para proteger y reforzar las instituciones vitales de
la sociedad civil, comenzando por la familia.
Somos cristianos
ortodoxos, católicos y evangélicos que se han unido en esta hora para
reafirmar verdades fundamentales sobre la justicia y el bien común, y
para hacer un llamado a nuestros conciudadanos, creyentes o no
creyentes, para que se unan a nosotros en la defensa que hacemos de
ellos. Estas verdades son
(1) la sacralidad de la vida humana,
(2) la dignidad del matrimonio como unión conyugal del esposo y la esposa, y
(3) los derechos de conciencia y libertad religiosa.
En la medida que
estas verdades son fundamentales para la dignidad humana y el bienestar
de la sociedad, son inviolables y no negociables. Dado que están
sometidos cada vez más al ataque de poderosas fuerzas en nuestra
cultura, hoy nos sentimos en el deber de alzar nuestra voz en su
defensa, y de comprometernos en rendirles honor, sin importar las
presiones que nos sobrevengan sobre nosotros y nuestras instituciones
para que los abandonemos o que cedamos respecto a ellos. Hacemos este
compromiso no como partidarios de un grupo político, sino como
seguidores de Jesucristo, el Señor crucificado y resucitado, que es el
Camino, la Verdad y la Vida.
Vida humana
Las vidas de los
no nacidos, de los discapacitados y de los ancianos están cada vez más
amenazadas. Mientras la opinión pública se ha movido en una dirección
'pro-life', fuerzas poderosas y decididas están trabajando para
expandir el aborto, la investigación que destruye embriones, el
suicidio asistido y la eutanasia.
A pesar de que la protección del
débil y vulnerable es la primera obligación del gobierno, hoy el poder
del gobierno está frecuentemente enlistado en la causa de promover lo
que el Papa Juan Pablo II llamó "la cultura de muerte". Nos esforzamos
en trabajar incesantemente por la igual protección de todo ser humano
inocente en cualquier etapa de desarrollo y en cualquier condición.
Rechazaremos el permitirnos a nosotros o a nuestras instituciones el
involucrarnos en la eliminación de una vida humana, y daremos nuestro
apoyo de todas las formas posibles a aquellos que, en conciencia, hagan
lo mismo.
Matrimonio
La institución del matrimonio, ya
herido por la promiscuidad, la infidelidad y el divorcio, está en
riesgo de ser redefinido, y por lo tanto, trastornado. El matrimonio es
la institución originaria y más importante para sostener la salud, la
educación y el bienestar de todos. Donde el matrimonio es erosionado,
surgen las patologías sociales. El impulso de redefinir el matrimonio
es un síntoma, más que la causa, de la erosión de la cultura del
matrimonio. Ello refleja que ya no se entiende el significado del
matrimonio como incorporado en nuestras leyes civiles así como en
nuestras tradiciones religiosas.
Es decisivo que ese impulso sea
resistido, ya que ceder al mismo significaría abandonar la posibilidad
de restaurar una justa concepción del matrimonio, con ello, la
esperanza de una saludable cultura del matrimonio. Pondrá en su lugar
la falsa y destructiva creencia de que el matrimonio es lo mismo que
una aventura sentimental y otras satisfacciones para personas adultas,
y no por su naturaleza intrínseca, con el único carácter y valor de
acto y relación cuyo significado está dado por su capacidad de generar,
promover y proteger la vida. El matrimonio no es una "construcción
social", sino más bien una realidad objetiva: la unión pactada ente
esposo y esposa, que es deber de la ley reconocer, honorar y proteger.
Libertad religiosa
La
libertad de religión y los derechos de conciencia están gravemente en
peligro. La amenaza a estos principios fundamentales de justicia es
evidente en los esfuerzos por debilitar o eliminar la objeción de
conciencia para los profesionales y las instituciones de la salud, y en
las disposiciones antidiscriminatorias que son usadas como armas para
forzar a las instituciones religiosas, de caridad, negocios, y
proveedores de servicios el aceptar (y hasta facilitar) actividades y
relaciones que juzgan inmorales, o que van más allá del negocio.
Los
ataques a la libertad religiosa son serias amenazas no sólo para los
individuos, sino también para las instituciones de la sociedad civil
incluyendo a las familias, caridades y comunidades religiosas. La salud
y bienestar de esas instituciones ofrecen un indispensable amortiguador
contra el prepotente poder de gobierno y es esencial para el
florecimiento de cualquier otra institución – incluyendo el mismo
gobierno – de la que la sociedad depende.
Leyes injustas
Como
cristianos, creemos en la ley y respetamos la autoridad de los
gobernantes terrenos. Consideramos un privilegio especial el vivir en
una sociedad democrática donde las exigencias morales de la ley son aún
más fuertes en nosotros en virtud de los derechos de todos los
ciudadanos a participar en el proceso político. Pero también en un
régimen democrático, las leyes pueden ser injustas. Y desde el inicio,
nuestra fe nos ha enseñado que la desobediencia civil es necesaria
frente a leyes gravemente injustas o leyes que pretenden que hagamos lo
que es injusto o inmoral. Tales leyes carecen del poder vinculante en
conciencia porque ellas no pueden reivindicar ninguna autoridad más
allá de la mera voluntad humana.
Por lo tanto, ha de saberse que
no daremos nuestro consentimiento a ningún edicto que nos obligue a
nosotros o a las instituciones que dirigimos a participar en o
facilitar abortos, investigaciones que destruyen embriones, suicidio
asistido, eutanasia, o cualquier otro acto que viole el principio de la
profunda, inherente e igual dignidad de todo y cada uno de los miembros
de la familia humana.
Además, ha de saberse que no nos
inclinaremos ante ninguna regla que nos obligue a bendecir asociaciones
sexuales inmorales, a tratarlas como matrimonios o sus equivalentes, o
que nos impida proclamar la verdad, como la conocemos, sobre la
moralidad, el matrimonio y la familia.
Además, ha de saberse que
no nos dejaremos reducir al silencio o a la aceptación sumisa o a la
violación de nuestras conciencias por ningún poder en la tierra, sea
este cultural o político, sin importar las consecuencias que esto pueda
tener para nosotros".
Daremos al César lo que es del César,
en todo y con generosidad. Pero bajo ninguna circunstancia le daremos
al César lo que es de Dios.
(Si alguien desea adherirse y firmar esta Declaración, puede hacerlo aquí
Actualización: Cfr. InForum Blog by Sheila Liaugminas
The Manhattan Declaration is spreading at an astonishing rate.
Just the other day, it had nearly 50,000 signatures. Last time I checked as of this writing, 208, 416 individuals had signed on in support of what it so eloquently declares. If you click to ‘refresh’ the page after reading, you’ll see how many more just visited in the short time you were there.
Los norteamericanos no dejan de sorprenderme para bien. Qué ejemplo. Aquí, en la piel de toro, deberíamos espabilar... Gracias por la entrada.
Publicado por: Ricardo | 27 noviembre 2009 en 09:22 p.m.