Incluye, además, el texto sobradamente documentado de Marc Argemí, que permite hacerse una idea más cabal del asunto.
Como digo, el asunto queda "puesto en su sitio", aunque otra cosa es que unas humildes anotaciones en la red pretendan tener el alcance y el eco globales desplegado por el NY Times.
Alguien decía que Goebbels decía: “Cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola”. La cita fue luego parafraseada, cambiando pistola por chequera: "Cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la chequera". Lo hizo Jean-Luc Godard, y lo puso en boca de un cínico productor cinematográfico en su película "Le mépris".
Despreciar o desconfiar de la cultura -y el culto religioso a Dios forma parte integral de la cultura- es tarea de gentes poco de fiar.
En este sentido, el NY Times ha tratado el abuso de menores por parte de clérigos católicos en un modo que -no sé bien por qué- ha traído a la memoria aquel personaje nazi y aquel otro personaje goddardiano: es un trato que implica un gran desprecio o desconfianza (es decir, miedo; aunque miedo peligroso: como el de Goebbels y el del productor de Goddard) ante el sentido propio de la cultura y por tanto de la religión; y en concreto, la cristiana católica, por más cercana a la verdad racional que a las "políticamente correctas" religiones mitológicas, clásicas y contemporáneas.
Y un trato que sabe que el asunto de los casos de pedofilía y su encubrimiento ocasional es algo socialmente mucho más global y sobre todo mucho menos clerical católico de lo que ha pretendido hacer ver el NYT, apuntando de modo sistemático a implicar y manchar al Papa.
Además, el NY Times nunca ha hablado ni dado a entender que se trata de "casos aislados", que es lo que ha habido, sino de "pederastia en la Iglesia", como si fuera algo institucionalmente constitutivo, que es un modo más bien de disparar o amedrentar con abuso de poder, más que de informar; y desde luego un modo ciertamente abusivo de pretender "comprar" el imaginario colectivo en este penoso asunto.
Gracias a Paco Sánchez y a Marc Argemí por el trabajo, que reproduzco a continuación:
Las explicaciones del New York Times y un resumen
Se esperaba desde hace semanas que The New York Times respondiera a las muchas críticas, de sus lectores y de otros medios, sobre su cobertura de los casos de pederastia en la Iglesia Católica.
Finalmente, hoy lo hace el “Public Editor” (una especie de defensor del lector del NYT), Clark Hoyt, en un artículo titulado “Questioning the Pope”, muy interesante porque:
1. Carece de la gracia y la convicción habituales en Hoyt. Escribe como quien tiene que ocuparse de un “marrón”.
2. Se queja de que el Times ha estado casi solo en esta cobertura (en España, le acompañaron El País, Público y algunas cadenas de televisión y radio).
3. Apenas responde a las críticas (algunas, como el caso de Munich, simplemente las ignora), pero deja claro que han sido muchísimas y de calidad.
Para quienes estén interesados, copio un detallado resumen de lo que ha ocurrido hasta ahora (los cargos, la respuesta de Benedicto XVI y las consecuencias), perfectamente documentado con enlaces a las fuentes:
Los cargos
New York Times (NYT) publica (12/3/10) que en 1980 la archidiócesis de Múnich y Freising, siendo Joseph Ratzinger obispo, acogió y finalmente reincorporó a un sacerdote acusado de abusar sexualmente de niños. El cura perpetró más tarde nuevos abusos y fue procesado. Como se ha demostrado después, quien tomó la decisión de readmisión no fue Ratzinger sino el vicario general: la reasignación tuvo lugar en septiembre de 1982, cuando Ratzinger ya estaba en Roma .
Por las mismas fechas (5/03/10) se intenta implicar al hermano de Ratzinger, pero la acusación no se sostiene.
La respuesta de Benedicto XVI
Benedicto XVI (19/03/10) escribe una carta a los católicos de Irlanda [inglés, castellano] sobre los abusos a niños y jóvenes por parte de clérigos, destapados por los informes Murphy (julio 2009) y Ryan(mayo 2009). Irlanda es el segundo país tras Estados Unidos donde se investiga a fondo.
En la misiva, Benedicto XVI apunta 8 causas de este desastre: 1) inadecuada respuesta a la secularización, 2) descuido de prácticas sacramentales y devocionales (confesión frecuente, oración diaria y retiros anuales), 3) tendencia a adoptar formas de pensamiento y juicio sin referencia suficiente al Evangelio; 4) tendencia a evitar enfoques penales de las situaciones canónicamente irregulares; 5) procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa; 6) insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados; 7) tendencia social a favorecer el clero y otras figuras de autoridad y 8 ) preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y para evitar escándalos.
A las víctimas dice: “Habéis sufrido inmensamente y eso me apesadumbra en verdad. Sé que nada puede borrar el mal que habéis soportado. (…) Es comprensible que os resulte difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia. En su nombre, expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que sentimos todos. Al mismo tiempo, os pido que no perdáis la esperanza”. A los sacerdotes y religiosos que han abusado de niños: “Debéis responder de ello ante Dios todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos”. A los obispos: ”No se puede negar que algunos de vosotros y de vuestros predecesores habéis fallado, a veces gravemente, a la hora de aplicar las normas, codificadas desde hace largo tiempo, del derecho canónico sobre los delitos de abusos de niños. Se han cometido graves errores en la respuesta a las acusaciones”.
Benedicto XVI propone cinco medidas: 1) un año de penitencia, 2) redescubrir el sacramento de la Reconciliación (la confesión), 3) fomentar la adoración eucarística; 4) una Visita Apostólica (una inspección) en algunas diócesis, seminarios y congregaciones religiosas; 5) una misión para todos los obispos, sacerdotes y religiosos. En otras palabras: hacer limpieza.
Más cargos aún
El 24/03/10, NYT apunta directamente a Benedicto XVI como responsable de un caso, cuando era todavía cardenal: el de Lawrence Murphy, que abusó de niños sordos en los 70 en Milwaukee y no fue condenado ni por la justicia ordinaria ni por el arzobispado. Como se ha visto después, la falta de diligencia en el castigo del malhechor fue culpa del propio arzobispado local: el caso no llegó al Vaticano hasta los 90. El sesgo de la noticia periodística puede explicarse por errores de traducción y porque el artículo bebe de dos fuentes: los abogados que han denunciado al Arzobispado (uno de ellos, Jeffrey Anderson, tiene litigio abierto contra la Santa Sede) y el arzobispo retirado de Milwaukee Rembert Weakland, en activo cuando sucedió todo.
El 2/2/10 Associated Press lanzó otra acusación contra Benedicto XVI, cuya pruebas se demostraron falsas. El 9/4/10 volvió a la carga NYT con más acusaciones, con igual suerte.
En resumen, las acusaciones contra la Iglesia son tres: 1) algunos sacerdotes católicos abusaron de niños, 2) muchos obispos lo ocultaron, y 3) Benedicto XVI es personalmente responsable. Con datos en la mano, el n. 1 es lamentablemente cierto en una ínfima minoría del colectivo; n. 2 se afirma en determinados prelados y n. 3 es rotundamente falso.
Las consecuencias
Algunos piden juzgar al Papa por encubrimiento, y aprovechan para suspender al catolicismo en su conjunto. Otros de funesto recuerdo ya habían intentado, tiempo atrás usar los delitos de unos pocos para desacreditar a toda la institución. Algunos abogados intentan sacar provecho. No han faltado voces amigas del Papa desde el judaísmo, desde el agnosticismo y, en general, desde ambientes intelectuales.
El Vaticano ha puesto sobre la mesa la información que tiene. Tal ejercicio de transparencia ha llegado al extremo de que el fiscal del Vaticano hable sobre los casos de abusos en una documentada entrevista. La Santa Sede ha publicado los reglamentos por los cuales se juzgan estos casos y abundante documentación.
Dentro de la Iglesia, ha habido partidarios de la ruptura y partidarios de la renovación. Ruptura: 1) algunas voces reclaman una revisión del celibato y de la moral católica, aunque expertos y opinadores inclusono católicos han denunciado con datos la inexistencia de tal vinculación causa-efecto. 2) exponentes antirromanos de cierta edadhan reclamado la dimisión del Papa o una reforma.
Renovación: muchos han aplaudido el posicionamiento de Benedicto XVI de tolerancia cero, petición de perdón y penitencia yconversión. Muchos católicos han salido de la perplejidad buscando la verdad de los hechos. La operación limpieza iniciada años atrás ha retomado impulso: desde la carta a Irlanda han dimitido dos obispos irlandeses, un americano, un alemán, un noruego y un belga. Elliderazgo interno de Benedicto XVI es mayor ahora: se percibeBenedicto XVI como parte de la solución, y no parte del problema.
Además de la Iglesia, pocos han priorizado la protección de las víctimas y las medidas para acabar con la pederastia. Es una lástima, tanto más cuando se constata que es un problema transversal: afectamás gravemente a muchos otros colectivos sociales. Países comoAlemania, ya lo afrontan globalmente. Algunos articulistas han apuntado a la culpa que en la extensión del fenómeno haya podido tener la revolución sexual de los sesenta y su simpatía declarada hacia la pedofilia.
Marc Argemí
Comentarios