Encuentro precipitado dejar de lado, abandonar sin más, la serie Lost (Perdidos), un par de días después de su discutido final. Se puede pensar un poco más allá del evento mediático y de las diversas expectativas que han hecho de sus fans personas más o menos felices o decepcionadas, una vez concluída la serie. [ver Decepción anunciada para el final de "Lost" (Perdidos) y también Se acaba el mundo de Lost (Perdidos)]
Por eso quisiera pensar -sólo un poco- sobre el sentido de esta respuesta efervescente y emocional, más o menos racional, ante unos personajes y un mundo que acaban de ser cancelados.... por el momento.
Además de las expectativas y satisfacciones de tirios o troyanos, de fans felices o decepcionados, no está de más intentar comprender la relevancia vital que para todos, como personas, tienen o pueden tener las historias y los dramas. Y, desde luego, las historias y los dramas, los personajes y los mundos que ofrecen series televisivas de largo recorrido.
Me parece ver en las reacciones de unos y otros una constante más o menos explícita: quienes tienden a identificarse (o en la medida en que se identifican) con la suerte de los personajes en general o con la de unos u otros, han quedado más bien satisfechos, por una parte; por otra, quienes han pretendido (o en la medida en que deseaban) encontrar un sentido global coherente para el "cosmos", para el mundo en el que viven esos personajes, han tendido a quedar insatisfechos.
Viene en ayuda de este planteamiento considerar lo que dice Paul Ricoeur y lo que (perdón por la autocita) yo mismo he trabajado -en plan académico, que aquí dejo de lado- acerca de la recepción o lectura de textos literarios o cinematográficos.
Hace tiempo, publiqué aquí mismo en Scriptor.org, a propósito de algunas películas analizadas en un congreso en Syracuse, un texto que describe el sentido de lo que implica, respecto de la identidad personal, una "primera navegación" de la trama y una "segunda navegación" final del todo de una ficción literaria o cinematográfica. Gustave Flaubert dijo en una ocasión “Madame Bovary c’est moi!” (“Madame Bovary soy yo”, o incluso “Yo soy Madame Bovary”). Lo que quiero destacar es que Flaubert no estaba hablando sólo de su identificación personal con Madame Bovary en cuanto Emma, el personaje. Estaba hablando de su identificación con “Madame Bovary” como obra literaria, o como su sentido global.
Algo semejante puede plantearse respecto de Lost y sus personajes, sea la isla, la nube de humo, sea Jack, sea Kate, Sawyer o Benjamin.
Es patente que mientras leemos un texto literario o vemos una obra audiovisual, si queremos entrar en la trama, hemos de someternos al dictado del modo narrativo y dramático, que de ordinario pide identificarse con uno u otro de los personajes. Ese es el modo ordinario de llegar hasta el final de la trama y el final de la historia.
Pero una vez ahí, una vez "terminado" el texto o la obra audiovisual, y con ese término, las idas y venidas físicas, emocionales, pasionales o espirituales de las acciones de los personajes y sus relaciones entre sí, suele quedar siempre una pregunta por la coherencia del mundo en el que esas acciones cobran vida y también otra pregunta por la relación de ese mundo respecto del nuestro.
Quizá parezca exagerado decirlo así, sin más, pero si bien esa pregunta por el "mundo" puede tener lugar de entrada un sentido cosmológico (el mundo de minerales, vegetales y animales en que vivimos las personas, con sus leyes y sorpresas, coherencias e incoherencias), en última instancia se trata de una pregunta mucho más metafísica -o al menos, antropológica- de lo que parece. Porque ese "mundo" a quien en última instancia se refiere es el de cada uno de nosotros, los lectores o espectadores, como personas, como mundos y universos personales más o menos coherentes.
Las ficciones y sus mundos y personajes ficticios hablan más de (y se parecen más a) las personas como mundos posibles que exploramos una vez llegados al final de la tramas ficticias, que de las personas identificadas con los simples personajes.
Como digo, en la lectura es necesaria esta primera identificación personal con los personajes, pero al final de la trama, queda aún la tarea (si la ficción leída o vista da de sí, lo mismo que si el lector también está en condiciones de dar de sí) de llevar a cabo esta segunda operación de confrontarse con el sentido total de la obra, y no sólo con el sentido de lo acontecido a un personaje dentro de esa obra.
Por eso, entiendo bien que, por poner un ejemplo, a Diego Contreras le haya gustado el episodio final (saltando más allá incluso del sentido global de Lost, hacia quienes son y qué piensan los guionistas, Damon Lindelof y Carlton Cuse), y lo mismo haya pasado con Mar Velasco y Pablo Ginés, al plantear la situación de trascendencia a que se enfrentan los personajes.
Y por tanto, entiendo también igualmente bien -y me siento más incluído en este segundo grupo de fans- a quienes echan de menos la ligazón de excesivos cabos sueltos en Lost no sólo de tipo "cosmogónico y cosmológico", sino de lazos que me permitan ser el referente de Lost (el mundo y los personajes) como persona que ya ha sido espectador voluntariamente sometido a "las exigencias del guión" y se pregunta por lo que le pasa al recuperar aquella "voluntaria suspensión de la incredulidad" de que habla Samuel Coleridge.
Ya va pasando el tiempo de excusar algo diciendo sin más -por conveniencia, para no tener que razonar- que "en el fondo, es sólo una ficción". Ya va pasando el tiempo de quedarse en hacer bromas sobre dónde lleva Supermán las gafas de Clark Kent...
Eso está bien, pero en la ficción hay más, además, que nos atañe directamente en la conciencia, en la capacidad personal de incorporar saber racional y sensibilidad acerca de la realidad.
Juanjo, ya sabes que yo tambiéne estoy en el segundo grupo, el de los desencantados, precisamente por la falta de hilazón de las dos vertientes que comentas. Los personajes nos interesaban por un misterio... ¡en el que ellos mismos se interesaban!
En todo caso, Lost ha sido uno de los mejores y mayores ejemplos de relativismo que he encontrado. Vale todo. Todas las interpretaciones. No hay verdad, solo interpretación. He leído, como tú, que la isla es el purgatorio y que lo son los flashsideways; he leído que estaban muertos al inicio y al final; que es una visión católica y que es una visión zen... Todo vale. Como en el mismo texto.
Publicado por: Nahum | 28 mayo 2010 en 01:01 p.m.
Muchas gracias, Nahum, por lo que dices. Entiendo de todos modos que -sin "ser" de entrada relativista-, en efecto, hay un tanto de relativismo, pero que es interesante en tanto en cuanto que proviene, a mi modo de ver y sobre todo, de lo mucho que hay de juegos en torno al "posibilismo". En el sentido de lo dicho por el Drae: "Tendencia a aprovechar para la realización de determinados fines o ideales, las posibilidades existentes en doctrinas, instituciones, circunstancias, etc., aunque no sean afines a aquellos."
De ahí que -acostumbrados a ser espectadores y críticos y autores más metafísicos u ontológicos de lo que comunmente suponemos- nos haga fosfatina (nos moleste y contradiga) el ver llevar a extremos desconocidos la puesta entre paréntesis (en ficciones) del equivalente al principio lógico y filosófico de "no-contradicción" (es decir, que "una proposición y su negación no pueden ser ambas verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido"), o el principio de "identidad", en el sentido de que tanto el "mundo posible" de Lost como sus "personajes" no tienen una identidad más o menos estable básicamente definida, tal como sucede de ordinario en las ficciones, en las que siempre cabe la simulación o la imaginación calenturienta o la locura o el sueño del narrador, etc.. De este modo sucede de ordinario que un personaje o una propiedad del mundo puedan entrar en contradicción narrativa y dramática ("ser" una cosa y su contraria, al tiempo y bajo el mismo aspecto), en la medida en que el contexto de la "ficción" implica que es más que posible que haya una tendencia identitaria más bien estable en rasgos y personajes del mundo, siempre predispuesta a verse rodeada de un abanico de posibles versiones o alejamientos imaginativos dentro del mundo de la ficción o como simples herramientas del narrador y en último caso del propio autor para poder sacar adelante su historia. En este sentido, "Lost" es distinto y va más allá. Dónde esté ese "más allá", y qué grado de estabilidad racional práctica tiene (política, ética, estética, argumentativa y creativamente poética), lo desconozco aún: no he tenido ocasión de pensarlo más allá de esto que digo, quizá porque tampoco tengo ahora ganas de hacerlo, si -por ejemplo- no hay suficientes indicios verosímiles directos proporcionados por parte de los profesionales que han hecho la serie.
Publicado por: JJG Noblejas | 28 mayo 2010 en 06:30 p.m.