La polémica no ha alcanzado grandes proporciones en extensión, pero es muy intensa. En todo caso plantea asuntos relevantes.
El punto de partida es quizá lo menos interesante, y se encuentra en el número del New Yorker que mañana sale en papel, y lleva unos días en la red. Ahí aparece el casi tradicional Summer Fiction Issue, esta vez sobre “20 under 40". Son 20 entrevistas a escritores estadounidenses de menos de 40 años. La verdad es que muchos de ellos resultan más y mejor conocidos de los editores del New Yorker que del público culto, lector habitual de literatura.
La polémica -dejando de lado el mercadeo de "best-sellers" y otros asuntos anejos de nuestros días- se puede reducir a dos posturas: la que de entrada plantea Lee Siegel en el NY Observer ("Where Have All the Mailers Gone?"), a propósito de lo publicado por el New Yorker, y la de Carolyn Kellogg ("Fiction is dead. Again? [updated]"), que le responde con ardor crítico en el Los Angeles Times.
Dice Lee Siegel, dando por supuesto en su título que los Mailers han desaparecido, refiriéndose con esta sinécdoque barata a los “Norman Mailer” en vez de los escritores de ficción en general. Y categoriza diciendo en síntesis que hoy “la ficción se ha convertido en algo culturalmente irrelevante”.
El principal de los tres argumentos que aporta es éste, a mi modo de ver:
“La práctica de la ficción ya no es una vocación. Se ha convertido en una profesión. Y las profesiones no se caracterizan por ofrecer algo de frescor salvaje, o picardías o enredos creativos (creative mischief)”.
Responde Carolyn Kellogg en 13 puntos que animo a leer. Menciono la réplica directa al enfrentar los escritores “de vocación” con los “de profesión”. Dice Kellogg que
en la práctica de la ficción, resulta que vocación y profesión “son sinónimos. El Random House Unabridged Dictionary dice: “vocación: una particular ocupación, negocio o profesión; llamada”, y “profesión: una vocación que necesita conocimientos de algún departamento de enseñanza o de tipo científico”. ¿Desean los escritores encontrar su acomodo en esta vocación-profesión, y seguir al mismo tiempo su llamada y un modo de ganarse la vida? Probablemente”.
Dejando al margen la polémica, en la que caben matices en ambas posturas, sucede que el escritor no sólo "nace", sino que también "se hace", eso lo saben bien todos. Hoy en día hace falta vocación y aptitudes naturales para la escritura, sobre todo de ficciones narrativas y dramáticas, pero también se necesita una fuerte componente de preparación profesional.
Desde el punto de vista técnico, al menos en el descubrir las propias cualidades en el manejo más apropiado del lenguaje.
Desde el punto de vista práctico, al menos en el ahondar en el saber de las riquezas de luces y sombras del alma humana.
El escritor de ficción nace y se hace. Flannery O'Connor decía esto: "la mayoría de la gente sabe lo que es un relato, justo hasta el momento en que se sienta para escribir uno". Y también esto otro, que sin duda se aplica al escritor:"Anybody who has survived his childhood has enough information about life to last him the rest of his days".
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