Los 91.000 documentos del "Diario de Guerra Afgano" publicados por WikiLeaks y la presentación pública de Julien Assange, director del sitio, a través de su envío previo al New York Times, The Guardian y Der Spiegel están logrando algo más que su objetivo de dejar constancia en la opinión pública mundial de que la guerra en Afganistán "va bastante mal".
Esos documentos están sometiendo al juicio de la ciudadanía algunos aspectos de la suciedad moral del "lado oscuro" de la guerra, inmoralidad que difícilmente puede hoy llamarse "justa".
De la guerra en Afganistán en concreto, con sus al menos 144 "incidentes" oficialmente silenciados, en los que ha habido 195 civiles muertos, o con la "Task Force 373" destinada a "matar / capturar" líderes talibanes, que desde luego ha matado a no pocos hombres, mujeres y niños inocentes, o a policías afganos, mientras hacía su "trabajo", o con la documentación de que la inteligencia paquistaní ha colaborado con Al Qaeda.
Bastantes comentaristas han calificado esta publicación como un hecho periodístico. Personalmente entiendo que no lo es. Se trata más bien de una aportación pública o de una filtración -gracias a los whistleblowers, a los denunciantes internos y a WikiLeaks- de documentos oficiales destinados a permanecer secretos, según diversos intereses de parte.
El caso es que son documentos que permiten a los medios periodísticos -tras analizarlos y valorarlos- dar una imagen más completa de esta guerra, que en muchos aspectos es un caso particular de la realidad tremenda y evitable de la guerra.
Son documentos que se añaden a otros para desmentir públicamente que no estamos -como tácitamente se ha dado a entender hasta ahora- ante una presunta "guerra justa". [Actualiz: Ni siquiera haciendo ver, por parte de algunos medios USA, que ante las atrocidades estadounidenses, están las atrocidades afganas (como se comenta aquí, o aquí, p.e.), como presunta justificación].
Es cierto lo que dice Time Magazine de WikiLeaks: "...could become as important a journalistic tool as the Freedom of Information Act."
WikiLeaks es desde luego -en estos tiempos de excesivos secretismos oficiales- una herramienta imprescindible para el trabajo de dar una imagen más ajustada y menos manipulada de la realidad del mundo en que vivimos, por parte de periodistas o comunicadores en general, pero su trabajo no es de suyo una acción periodística.
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Actualización
27 octubre 2010: Sobre la digestión de los documentos del "Diario de Guerra Iraquí" de Wikileaks y Julian Assange.
22 agosto 2010: WikiLeaks: confusas maniobras en Suecia sobre Julian Assange.
Consigue información oficial que permanecía oculta y salvando obstáculos de todo tipo decide difundirla, tras comprobar su autenticidad, contribuyendo de esta forma a que la ciudadanía conozca una parte de la realidad y del comportamiento de los gobernantes, y cuyo conocimiento es imprescindible para su acción libre y responsable en la vida pública. Si a eso no lo llamamos periodismo de investigación ¿a qué lo llamaremos entonces?
Publicado por: Enrique Arroyas | 18 diciembre 2010 en 08:26 p.m.