Alejandro Navas publicó el presente artículo hace dos días, en Diario de Navarra, con el título "La juventud toma la calle". Esperando el plazo de reflexión, y con los resultados de las urnas a la vista, el título referido a las élites y la crisis en la calle parece más adecuado a la misma sustancia de lo que escribe.
Como las cosas van deprisa, tras las elecciones conviene resaltar lo que con notable agudeza señala: lo que esos "jóvenes transversales" -que son la mayoría de los que han acampado en las plazas- reclaman con justa indignación a las élites; y lo que esos acampados -que no lo serán eternamente- han de comprender y hacer poniendo también manos a la obra.
Y la llegada a la calle implica -entre otras cosas- la extraordinaria novedad de estas elecciones: 584.012 votos en blanco, que -sumados, quizá sin hacer plena justicia a unos y otros, a los 389.506 nulos- muestran que 973.518 (casi un millón) de votantes son demócratas, pero "así" no.
La sociedad civil, en principio, reclama esfuerzo y trabajo por parte de todos:
“Por fin”, podríamos decir. Las dimensiones y la profundidad de la crisis hacían inevitable algún tipo de revuelta callejera, si es que las cifras oficiales sobre el paro son verdaderas.
“La imprudencia de las élites”, titulaba el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, un artículo reciente. Por supuesto que todos –la clase política, la banca, las empresas, la gente normal- somos responsables de la situación actual, pero las élites tienen más culpa.
Un Gobierno ciego e incompetente. Un sistema financiero egoísta y especulador. Unos representantes políticos que no están a la altura. Una justicia sometida a quienes mandan. Unos sindicatos financiados por el erario. Buena parte de los medios de comunicación vendidos al poder y al dinero. Un sistema educativo mediocre… No todo parece desastroso, en algunos ámbitos somos incluso punteros en el mundo: deporte, gastronomía, artes plásticas, algunas empresas líderes en sus sectores.
El deterioro político y económico ha guiado a nuestra sociedad a un callejón sin aparente salida, y la gente se ha hartado. Diagnosticar nuestros males resulta sencillo, y los acampados en la Puerta del Sol no han dicho nada novedoso al respecto. Los problemas surgirán cuando se trate de articular acciones positivas, constructoras de ese nuevo orden más justo que la calle reclama.
Las autoridades y el ministro Rubalcaba –supongo- permitirán que los manifestantes sigan ocupando las plazas de nuestras ciudades hasta que termine la jornada electoral. Al Gobierno no le interesan imágenes de enfrentamientos entre policías y ciudadanos, y, mucho menos, de heridos o de mobiliario urbano incendiado. Pero el lunes 23, con la resaca electoral, habrá que volver a trabajar y esas plazas públicas deberán quedar despejadas.
Dejar los centros urbanos en manos de los acampados daría una impresión tercermundista que el Ejecutivo tampoco se podrá permitir (hablo de imagen por ser el principal criterio que inspira la acción del Gobierno).
Veremos qué sesgo adquiere el movimiento popular. Grupos opuestos, antisistema y representantes del establishment político, intentan capitalizar el éxito y sacar tajada. En momentos de confusión se abren posibilidades para la gente audaz y preparada.
“Una revolución no se hace, se organiza”, decía Lenin. La pura espontaneidad conduce a la inoperancia, por lo que los gestores deberán tomar el mando si es que el movimiento aspira a durar.
La protesta muestra un indudable carácter transversal, pero los jóvenes asumen el protagonismo. Comprendo cómo se sienten, y entiendo su indignación con un régimen social que los adula y, a la vez, les cierra casi todas las puertas. Muchos están excelentemente preparados y con ilusión por trabajar –considero un privilegio tenerlos en el aula-, y resulta indignante que les ofrezcamos tan solo contratos precarios y sueldos de hambre.
Así no se puede formar una familia ni acceder a una vivienda. Es lógico que desprecien a la clase política. Pero encuentro incoherente que, a continuación, planteen una serie de exigencias, en forma de derechos, dirigidas justamente al Estado.
De una parte, parecen ignorar que el Estado se encarna precisamente en esa clase política tan denostada. No es un ente abstracto que aletea en el cielo, por encima de la sociedad terrenal, dispuesto a regalarnos con sus dones.
Y de otra parte, llama la atención el planteamiento reivindicativo que pide todo a título de derecho –educación, sanidad, trabajo, vivienda, cultura, medio ambiente, etcétera-.
¿Quién va a proporcionar todo eso? ¿Con qué recursos? ¿Dónde quedan los deberes correlativos a los derechos? No hay que esperar que “alguien” venga -¿desde dónde?- a resolver nuestros problemas.
Si la mención a la sociedad civil va en serio, es la hora de ponerse a trabajar de verdad. Los jóvenes tunecinos y egipcios han mostrado que la libertad no es una concesión otorgada de modo discrecional por el que manda, sino algo que la gente normal puede y debe tomarse por las bravas, directamente. Un poco de ese talante vendría muy bien en nuestro país: durante demasiado tiempo hemos esperado demasiado de un Estado al que hemos entregado tanto poder sobre nuestras vidas.
Me temo que hay que tener mucho cuidado con estos análisis. Primero hay que repasar los resultados de los votos nulos y los blancos, y la abstención, comparándolos con anteriores comicios. Y resulta que estamos en datos similares a los de los últimos años. Sin más, se mantiene la tendencia, sin que --a la postre-- se haya notado influjo de los "indignados". Hace seis años hubo casi un 8% de sumar nulos y blancos en el referéndum sobre la Constitución Europa, plebiscito que tuvo una participación bajísima (40%).
Creo que es un error fijar la atención en los "indigados", porque sólo representan una sensibilidad (poco "transversal" y sí bastante izquierdista) de quienes no se identifican con PP ni PSOE. Me parece más interesante analizar los casos de UPyD y de Álvarez Cascos. O desgranar la multitud de motivos que hay hoy --y hace cinco o diez años-- en el voto nulo o blanco. O la abstención.
Sin ir más lejos, el que escribe este comentario había completado su sobre de votación con un voto nulo, días antes de que comenzara la "indignación". De modo que, siendo votante nulo desde hace un tiempo, no estoy dentro del saco de los "indignados", tanto por el fondo como por las formas.
Por otra parte, hay personas que no votan porque, sin más, piensan que las cosas funcionan razonablemente bien, aun cuando un tiempo gobiernen unos y otro tiempo gobiernen otros. O quizá justo por esa táctica aceptación de la alternancia se sienten moderamente a gusto en el "sistema".
Publicado por: José María | 23 mayo 2011 en 07:07 p.m.
Quizás el carácter "transversal" de esta manifestación de descontento no haya tan sido evidente en la Puerta del Sol, pero sí en las redes sociales de Internet.
En cualquier caso, habrá que tener en cuenta en el futuro la facilidad con que la Red es capaz de aunar el descontento ciudadano, superando ideologías y demás preferencias personales, y su aparente incapacidad (de momento) de concretar propuestas.
Estoy seguro de todo esto volverá a ocurrir, porque las causas siguen ahí:
"Un Gobierno ciego e incompetente. Un sistema financiero egoísta y especulador. Unos representantes políticos que no están a la altura. Una justicia sometida a quienes mandan. Unos sindicatos financiados por el erario. Buena parte de los medios de comunicación vendidos al poder y al dinero. Un sistema educativo mediocre… "
PD: Me llegan noticias de mis amigos del PP de Canarias:
- hay que reformar la Ley Electoral, porque es injusto que teniendo 60.000 votos más que CC, tengamos el mísmo número de diputados en el parlamento canario (vaya, vaya, estos del PP están descubriendo su lado perroflauta);
- vamos a pactar con el PSOE, porque si tenemos cuatro años a CC sin tocar poder los reducimos a la irrelevancia, y esto nos conviene porque el voto de CC es sobre todo conservador e irá para nosotros, y porque también nos conviene fomentar el bipartidismo (eso, lo importante es lo que conviene al partido, a los ciudadanos que les den; está claro que estos no estuvieron en la Puerta del Sol).
Publicado por: Samuel | 24 mayo 2011 en 12:21 p.m.
Samuel, es casi imposible que toda esa diversidad (en la que también estoy por mis motivos propios) llegue a algo concreto. Por la sencilla razón de que, a la hora de hacer propuesta coherente y concreta, no hay ni habrá acuerdo. Mejor dicho, hay acuerdo de minorías. Es como en las comunidades de vecinos: la mitad de los vecinos están descontentos, pero a la hora de la verdad sólo se presentan cuatro gatos a las reuniones y entre ellos deciden todo. El resto no se pondría de acuerdo en nada determinado. Mis motivos para votar nulo al Ayuntamiento de Madrid no tienen que ver con esa gente que ha votado nulo con una rodaja de chorizo, por ejemplo. ¿A qué acuerdo propositivo puedo llegar con el de la rodaja de chorizo? ¿República socialista, cambio en las circunscripciones, ilegalización del PP, estatalización de toda la vida pública...? Me temo que no.
Sobre la ley electoral: sólo se está en contra, cuando perjudica los intereses propios y personales. Para cambiar la ley hace falta acuerdo de todos, y ahí no estamos. El cambio que debe haber en la legislación electoral es el relativo a la comunicación electoral y la libertad de los medios privados.
Me temo que mucha gente está proyectando sobre la "masa informe" sus propias inquietudes, creyendo que esa masa las comparte. Pues no. Las propuestas concreta me parece que son tan minoritarias, que carecen de recorrido.
Publicado por: José María | 24 mayo 2011 en 02:18 p.m.
Como el niño aquel de la peli, "en ocasiones veo coincidencias preocupantes":
"El Sistema Político Español no puede sostenerse al haber entrado en quiebra todas y cada una de sus instituciones.
Nos hemos cargado el modelo productivo y el Estado de las Autonomías, la educación tiene perfiles tercermundistas, el Estado del Bienestar corre serio peligro y la partitocracia se ha convertido en el peor enemigo de los españoles.
El pésimo nivel de nuestros políticos con corrupción por todas partes, sumado al absentismo de la sociedad civil y la pérdida de lo todo tipo de valores pintan un horizonte negro como en ningún país europeo."
Extracto de la carta de despedida de Ángel Gimeno Marín, uno de los pocos rastros de vida inteligente que yo conocía en el PSOE:
http://www.angelgimeno.com/?p=357
Publicado por: Samuel | 24 mayo 2011 en 05:48 p.m.
José María, si miras en esta dirección ( http://resultados2011.mir.es/99MU/DMU99999TO_L1.htm ) verás que hay un fuerte aumento de los votos nulos y blancos en relación a 2007.
2011 2007
Total votantes 22.971.350 66,23% 63,97%
Abstención 11.710.762 33,77% 36,03%
Votos nulos 389.506 1,70% 1,17%
Votos en blanco 584.012 2,54% 1,92%
Advertencia: La caída en votos del PSOE y la inoperancia han hecho que aumente la representación de partidos democráticamente poco recomendables (Bildu, CUP, PxC...).
Publicado por: Rafael | 24 mayo 2011 en 08:14 p.m.
Rafael, si lees el principio de lo que escribo, verás que hablo sobre el tema del voto y blanco, porque me tomé la molestia de repasar todas las elecciones desde 2003 hasta ahora. Hay una tendencia, y hay coyunturas y repuntes. En 2005 hubo un 8% de nulo+blanco.
El problema es que mucha gente asegura --y se equivoca-- que los "indignados" se han inventado el voto blanco o nulo, o los partidos extremistas. Y eso no es así, se trata de un fenómeno que viene de tiempo atrás. Ojo, para que nadie se confuda: los motivos del voto nulo o blanco, y de sus repuntes, son muy variados. Estoy más de acuerdo con PP o PSOE que con los "indignados" de Sol, pero hace unos años que suelo recurrir al voto nulo.
Lo que sucede aquí es que estamos mezclando churras con merinas, y creyendo que acabamos de descubrir la pólvora. Y no: los índices de participación en las elecciones son similares, los rangos de voto nulo o blanco están dentro de los niveles de la última década, etc. Repasa los votos nulos y blancos en marzo de 2004...
En las elecciones del domingo 22 de mayo el punto más destacable es este: rechazo de la gestión económica y de comunicación del actual Gobierno.
Publicado por: José María | 25 mayo 2011 en 12:52 p.m.
Se me olvidaba. Sobre los partidos "poco recomendables": siguen en su línea de siempre, con recuperaciones y repuntes debidos a causas específicas (mejor organización, coyuntura de inmigración, capilarización social, Internet, etc). Rafael, estaría bien que miraras los resultados anteriores de las formaciones que se integran en Bildu. Fíjate en la suma de Herri Batasuna y Eusko Alkartasuna en los años 80 y 90.
Publicado por: José María | 25 mayo 2011 en 12:57 p.m.