Javier Fumero publica un artículo en su blog de El Confidencial Digital con el que es muy difícil no estar de acuerdo. Yo al menos lo firmo de arriba abajo. Porque está en juego -no ya la dignidad de la institución monárquica que recoge la Constitución española- el derecho al honor, la dignidad o como quiera llamarse de una persona que nada tiene que ver con asuntos pseudo-políticos.
Entiendo que está en juego el más elemental respeto debido a una persona, a cualquier persona, por el mero hecho de ser persona. A no ser que estemos viviendo en una sociedad de bestias, en la que todo vale para todo, excepto -eso sí- meterse con los trend topics políticos e ideológicos (banderas regionales al viento, orgullos sexuales de todo tipo, ecologías baratas que piden muerte rápida para niños y ancianos molestos, etc.) fabricados a golpe de millones en los medios de comunicación y en los consensos entre lobbies en las trastiendas de la opinión pública.
En una sociedad normalmente constituída, me parece que Javier Fumero no hubiera tenido que escribir el artículo que reproduzco a continuación, evitando las imágenes en cuestión, obscenas para cualquier sensibilidad (desde luego, democrática y todo lo demás) normalmente constituída:
Que empuren a la agencia de adulterios demandada por la Reina
El diario El Mundo desveló este sábado que la Reina ha presentado una demanda de protección de su derecho al honor contra la agencia de contactos sexuales adúlteros Ashley Madison: le acusa de haber utilizado su imagen para una campaña publicitaria. Yo creo que debería caerle una buena condena.
El anuncio de la empresa Ashley Madison fue difundido el pasado mes de febrero. Se trataba de un fotomontaje en el que aparecía el eslogan “Ya no tienes por qué pasar la noche sola” y una sonriente doña Sofía abrazando a un joven con el torso desnudo.
La decisión de la Reina es un gesto con pocos precedentes en la historia de la monarquía española, una institución que suele evitar refriegas y ajustes de cuentas por vía judicial.
Yo insisto (porque no es la primera vez que lo digo) en que estas acciones me parecen muy bien. Por varias razones.
En primer lugar, porque Ashley Madison es reincidente. Esta agencia que promueve relaciones extramatrimoniales utilizó también en julio de 2011 la imagen del Rey para otro anuncio publicitario. Imagínese la estampa.
En segundo lugar, porque cada vez tolero peor esos anuncios, campañas virales, guiños artísticos, guiones de series y parodias televisivas en las que –bajo el amparo de la inspiración, la creatividad, el ingenio, la transgresión o el humor- alguien pone a otro de vuelta y media. O se burla y ridiculiza algún aspecto de su vida.
No, mire usted. Ya está bien. Hay que decir basta y exigir respeto. A todos y para todos. Esto vale, insisto, para derechas e izquierdas, mormones y agnósticos, nobles y gente sencilla.
Respeto a las personas en las salas de arte, en las producciones audiovisuales, en los cómics, en la publicidad, en el periodismo, en los tuits, en las críticas…
Es asunto capital porque este comportamiento asea la vida social, favorece las mejores relaciones humanas y hace más habitable este mundo. Que falta nos hace.
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