
Antes de traducir lo que hoy publica Ferrara, quisiera presentar el contexto de lo que dice y al tiempo manifestar mi sorpresa ante la unánime simultaneidad de ayer en portavoces gubernativos franceses, españoles y alemanes, y la de hoy en los editorialistas (Le Monde, El País, etc.).
Es como asistir a una especie de acuerdo previo (o confabulación con visos de coincidencia) internacional que se auto-erige en inteligentsia global y que nos dice taxativamente a la ciudadanía lo que hemos de juzgar bueno o malo.
Es sorprendente que los políticos europeos, tan difíciles de poner de acuerdo en casi todo, en esto haya unanimidad instantánea, urgente y sabrosa como el café instantáneo... El caso es que esta vez se trata de agredir abierta y obscenamente a quien dice lo que piensa sobre un asunto debatido. No es un loco que disiente sobre algo que todos sabemos con certeza y aceptamos sin sombra de duda.
El asunto del preservativo y el sida africano no son, con perdón, como el asunto del holocausto judío, o la ley de la gravedad. El Papa no es el "negacionista" del preservativo que cínicamente se quiere hacer de él en Europa, con subidos tonos agresivos de "preocupación" ante su falta de adhesión a un presunto e inexistente saber compartido.
Es sorprendente esta cínica agresión directamente dirigida a Benedicto XVI por decir lo que piensa acerca del uso de los preservativos como prevención del Sida en África.
Sobre todo, cuando lo realmente relevante que ha dicho es cómo piensa que se puede resolver el problema del Sida: "con una humanización de la sexualidad, es decir, con una
renovación espiritual y humana”.
Menos relevante y mucho más obvia es sin embargo la contraparte negativa del razonamiento: “no se puede superar el problema del SIDA sólo con el dinero, no se
puede superar sólo con la distribución de condones". Y aquí es donde portavoces gubernamentales, periodistas, editorialistas, etc., han entrado precisamente como fieras corrupias.
¿Por qué olvidan tratar de la "humanización de la sexualidad" que es la sustancia de lo afirmado, y se centran un poco en los "dineros" y se escandalizan y ponen el grito en los cielos con los "condones", que -es patente- sólos no resuelven el asunto.
¿Es que acaso los políticos y periodistas son tan descerebrados que piensan que "sólo" con condones se resuelve el asunto del Sida en África? ¿O piensan que nos creeremos que Benedicto XVI ha dicho la sandez que quieren endosarle, sólo porque ellos se enroquen en ese punto peculiar?
No sé cuanto saben esos portavoces y editorialistas que nos pontifican con ideas ideales acerca de la realidad de los preservativos en África. Insisto, que no es asunto central ni del asunto ni de lo dicho por el Papa. Entiendo que quizá les vendrá bien, al menos, leer y sopesar lo que recoge John Allen en su crónica, sobre la realidad real en el terreno, con palabras del arzobispo John Onaiyekan:
(...) the condoms that are actually distributed in Africa, especially rural areas, are often unreliable.
“A condom in New York is not the same thing as a condom twenty kilometers inside the bush,” he said.
“Some of them sat in a container in a port, under the sun, for maybe two or three months. By the time they bring them out on bicycles, passing them out in the bush, many are no good, but what people hear is: ‘Put this on, and you’re safe.’ ”
Tampoco sé -no aparecen razones, sólo descalificaciones irracionales- por qué les repugna a esos portavoces y editorialistas que la solución anti-sida, empíricamente comprobada como la más efectiva, justo en África, es un comportamiento sexual más responsable, en el que se conjuga la fidelidad y la abstinencia.
En cualquier caso, lo que Giuliano Ferrara escibe hoy en Il Foglio (L'aggressione a B-XVI) me parece de gran relieve e interés. Lo he traducido, y espero que no se enfade por ofrecer la integridad se su razonamiento:
"La agresión a Benedicto XVI resulta cada vez más apremiante, grosera,
rencorosa, bien orquestado mediáticamente y mal argumentada racionalmente. Ayer
ha sido el turno de Francia, Alemania y el Fondo monetario internacional. Con
un lenguaje presumido de censor, portavoces de París, de Berlín y del Fondo
Monetario Internacional de Washington han puesto bajo acusación al jefe de la
iglesia católica por sus opiniones bien documentadas sobre la inutilidad
sustancial del preservativo como eje estratégico en la lucha contra la grave
epidemia de Sida en África.
"Hablamos de burocracias, naturalmente, no de
pueblos. Burocracias y
diplomacias que se ponen al servicio de pequeñas pero insidiosas cruzadas ultrasecularistas
contra un Papa que ha tenido, como su predecesor, el descaro de empuñar la razón para afirmar
en el espacio público europeo y mundial el contenido y el sentido de la fe
cristiana. Una fe que asume algunos principios liberales del tiempo moderno sin
someterse a su deriva nihilista. Y contra un Papa que ha tenido la sabiduría de
empuñar la razón occidental y el depósito laico de la mejor Ilustración
cristiana, justo en el momento en que nos encontramos con un posmodernismo
banal que deslegitima la noción de verdad y exorciza la realidad, anteponiendo
una falsa conciencia del sujeto, una ideología sectaria y en el fondo
extremadamente intolerante.
"Esta vez, en nombre de la
defensa de la vida, atacan los portavoces institucionales de una cultura cuyos
pilares éticos globales consisten en los espermicidas, en el aborto moralmente
indiferente, en la planificación familiar forzosa del sexo de los nasciturus, en la selección eugenésica
de la vida y su reproducción artificial como medio para la investigación, hasta la
eutanasia. Se quejan porque Benedetto XVI ha reafirmado, en el curso del viaje
en África, su convicción: no se combate la pandemia del Sida con condones. Se
trata de una convicción que, a la luz del sentido común, es capaz de aguantar
cualquier posible prueba y verificación, puesto que el preservativo sólo es el
viático de la promiscuidad sexual masiva a la que remite la responsabilidad del
contagio. Y esta convicción es notoriamente compartida en África por la gran
mayoría de los operarios sanitarios y sociales, no sólo en la vasta red
misionera católica o cristiana de otras denominaciones, sino también entre los
laicos.
"Todos saben algo que no muchos se arriesgan a repetir
en público, por temor a ser
sancionados y desterrados como herejes del pensamiento único dominante: todos
saben, como dice una noticia de la BBC hace dos días, que la tasa de infección de
Washington D.C., la capital americana que hospeda esas babosas del Fondo
monetario que harían mejor ocupándose de otras cosa… Todos saben que la tasa de
infección en Washington es igual a la de Uganda (el 3 por ciento de la
población mayor de los doce años), demostración patente de que la diferencia
proviene de los comportamientos de riesgo y no de la disponibilidad de los
profilácticos, que es universal en la ciudad de Washington. Todos saben o
deberían saber que entre los negros varones, la tasa de infección es tres veces
la de los varones blancos y dos veces la de los hispánicos, y que el vector de
contagio todavía mucho más potente es el sexo promiscuo entre varones.
"La cultura políticamente correcta ha hecho del Sida una epopeya angelical, ha
creado una enfermedad a la que adorar idolátricamente y a la que exorcizar en
la mística de la solidaridad. Y todo para esconder el hecho que el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida es solamente la consecuencia de comportamientos
sociales nuevos y libertarios, en los que una sexualidad emancipada y sin
valores reemplaza los viejos condicionamientos "oscurantistas" de la
continencia y el amor-eros como fundamento del ágape familiar.
"Cualquiera que piense de
otro modo no sólo será rebatido, sino que será escarnecido y censurado como retrógrado.
Y no digamos cuando se trata del jefe de una iglesia que dedica sus mejores energías en la defensa de la vida
humana. Faltaría más: un Papa que es escándalo y locura para el pan-sexualismo
del neo-paganismo contemporáneo, que cree en la educación, en la sobriedad de
las costumbres, en una sexualidad humana orientada a la construcción de
sentidos vitales y no a la destrucción del amor en la caricatura del placer.
"Las burocracias situadas
en la cumbre de las potencias civiles de la vieja Europa y las nomenclaturas globalistas acusan al
Papa, con increíble jactancia, con infinita presunción, con un lenguaje de
chantaje moral, desde lo alto de la
obscena práctica de mil millones de abortos en treinta años. Acusan al Papa
de 'atentado a la vida en África'. Una repugnante paradoja."
Gracias, Giuliano Ferrara.
[Foto: Daylife]
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Acualización 20 Mar 09: puede resultar de interés saber lo referido en "Harvard está con Benedicto XVI sobre el Sida en África".