Dicen que son los soldados cansados quienes ganan las batallas. Un servidor está cansado, más bien harto, tras ser convertido en voluntario escribidor a causa de las ofensivas del dichoso "Código da Vinci", primero en versión papel y ahora en versión pantalla.
Cuento de un tirón acerca de este hartazgo ante esa ofensiva en sucesivas oleadas, en plan tsunami, no solo contra la verdad de las cosas, sino contra un mínimo uso de la razón y del sentido común. Y cuento también acerca de la batalla que se gana y de su arma secreta. [Han salido 6 puntos: amigo lector, ánimo y un poco de paciencia].
1. El "timing" dramático de las ficciones
El protagonista de cualquier historia o película bien hecha, suele pasarlo muy mal cuando se encuentra a la altura del final del segundo acto, antes de llegar al clímax del tercer acto y a la resolución final (que suele ser más bien feliz). Lo pasa mal, sobre todo, porque está cansado y tiene la impresión de que ya no le quedan recursos para llevar adelante –frente a quienes se le oponen- el asunto que tiene entre manos. Es el momento en el que -lo sabemos todos- "sacando fuerza de su propia flaqueza", o quizá con la llegada providencial del "séptimo de caballería", las cosas toman el rumbo adecuado al protagonista. Que es un rumbo distinto del antagonista o "malo" de la película.
Pues bien, sabiendo un poco de este "timing" dramático y narrativo de las ficciones, también propio de tantos aspectos de las historias de la vida real (de ahí salen, a fin de cuentas, las genuinas ficciones poéticas, no sólo los "best sellers de diseño", pseudo-ficciones poéticas), tengo la certeza de que este es el caso de la Iglesia católica y el Código da Vinci (DVC). El "timing" nos avisa que estamos en el final del segundo acto, y que –digamos- la posición de la Iglesia parece crítica ante la presión del Código.
Pero hay síntomas en todas partes de que las cosas no van a durar mucho: tras el "climax" del estreno, que será sin duda un bombazo, veremos llegar una "resolución" no tan favorable al Código como la prevista por los lanzadores de la película.
Para no perdernos con los detalles: la Iglesia es la protagonista, la Bella, mientras que el DVC es el antagonista, la Bestia. Y no se trata de las imágenes románticas de La bella y la bestia de Disney, ni las de Cocteau, sino de las recientes imágenes de Peter Jackson: la chica indefensa y el peligroso gorila salvaje, misteriosamente "prendado" de ella.
2. Una historia de buenos y malos
Hasta ahora podría parecer que las cosas son al revés: los buenos, los protagonistas desinteresados, nobles y sinceros, los llenos de afanes de ayudar a los demás con su generosa libertad en torno a la verdad, etc., eran Mr. Dan Brown, Doubleday, Sony, Columbia, Mr. Ron Howard, Mr. Tom Hanks y compañeros. Desde el punto de vista de éstos, que han tenido el saque en este partido, han decidido que se trata de una historia de buenos y malos, en la que –para que unos ganen- otros tienen que perder. No han querido plantear una historia “win-win”, en la que todos los participantes podían salir ganando.
Por eso, los malos eran los oscurantistas, los engañadores y los engañados cristianos: los eclesiásticos, los sombríos sectarios, los perversos asesinos de la historia, del arte, de la belleza y de la verdad, entre tantas otras cosas. Ahí anda Paul Bethany el ridículo monje-“Caballero Shit” sado-masoquista. Será parte del “original hallazgo artístico” que tanto defiende Ron Howard, aunque salta a la vista que no pasa de caricatura visual del Jedi converso al “lado oscuro”, como todos hemos visto en la última "Guerra de las Galaxias".
Pero la gente normal (incluido ese 25% de ingenuos que –según unas encuestas o el 30% según otras- piensan que lo leído en el DVC es cierto), se está empezando a dar cuenta de que los que parecían buenos, son los malos, y al revés. Porque para promover el "eterno y sagrado femenino" de corte new age, y que para que -en su nombre- el “chico-profesor talludito” (Hanks), tan serio él, se enamore de una chica que podría ser su hija (Tatou), tan poca cosa ella, no parece necesario montar tanto "follón" [Drae: "Desorden, enredo, complicación". También, aplicado a hecho o persona, "Vano, arrogante, cobarde y de ruin proceder"].
No parece proporcionado, para lo que ahora dice ser una simple ficcioncilla con un poco de thriller, montar un "follón" que pretende –nada menos- que "desmontar" la historia de Occidente y el cristianismo de raíz, haciendo ver que el cristianismo es un vulgar "timo" sacado adelante por generaciones de engañabobos, tahúres trileros, robaperas y cantamañanas, una mafia misógina que asesina a quien ponga en peligro el tenderete de su "negocio".
La gente normal nos estamos dando cuenta de que las cosas son más bien al revés: el chico talludito se olvida en un par de meses, y en la sociedad queda el rescoldo radiactivo del "gran timo" del cristianismo. Nos estamos dando cuenta de que la gigantesca y ridícula impostura es justo la de unos cuantos “listillos”, con leyes mercantiles, copyrigths y leguleyos a favor, y con el marketing bien estudiado y engrasado, que han montado este "follón pseudo histórico-teológico" para tomar a cuantos ciudadanos puedan, primero por “paganos”. Es decir, ciudadanos que les paguen los millones que hasta ahora han ganado y les sigan pagando los que dentro de poco seguirán ganando. Y luego, si se convierten en descristianizadores de la sociedad, eso será asunto suyo. Y a lo mejor se quejan de que alguien hable de 30 monedas de plata. Porque lo que Mr. Brown, Mr. Howard y demás fautores "folloneros" dicen haber hecho es una simple e ingenua ficción, que ni siquiera necesita del aviso de que "cualquier parecido con la realidad, etc..., es pura coincidencia" (como puso el editor italiano en el "Codice").
Una simple e ingenua ficción, bajo el manto protector del sublime “arte” literario (que todo crítico en sus cabales ha denigrado) y –ahora, con Ron Howard- apriori “arte” cinematográfico. Y luego, ahora, una vez que se comprueba que ha dejado de funcionar como argumento de venta la capa de “datos históricos” que ahora serán desvelados (“seek the truth”, tacháan!: la verdad al fin os será revelada el próximo día 19”: pero para conocerla –ajájá, esto sí que sí!- no olviden pasar antes por taquilla, sin olvidar las palomitas, en sesiones numeradas de tarde y noche).
3. No hay conspiración, sólo aprovechados
No hay conspiración. Solo ocurre que, por una parte hay unos tipos que se las ingenian para conseguir pingues beneficios crematísticos (del pobre Hanks, que sólo cobra $30m., para abajo) a base de sacar –montando un “follón”- dinero de muchos millones de bolsillos.
Por otra parte ocurre, como de ordinario, que hay alrededor otras gentes que –como buitrecillos carroñeros- ven la oportunidad para dar unos cuantos “curritos” a los cristianos en general, y a su fe y a su moral en particular. Dejando claro, por supuesto, que están bien lejos de la nefasta manía de ofender a nadie. Sólo pretenden defender a la humanidad de algunas manías cristianas. Cosa que nadie se plantearía hacer, curiosamente y por diversos motivos, con los hebreos ni con los mahometanos. ¿No habrá algún malpensado que crea que esto es acaso un abuso calculado de la caridad cristiana? Me parece que los cristianos -como tales: en lo que se refiere a la fe y las costumbres, por así decir- no comparten la idea mercantilista, hoy triunfante, que dice que lo importante es que hablen de uno, aunque sea bien.
4. A fin de cuentas, sólo se trata de aprovechar para ver si…
… llamándoles “fundamentalistas” o “ultraconservadores”, o “sectarios” o alguna lindeza de este género, los cristianos en general o algunos en particular, se desmoralizan un poco. Es decir, dejan de lado sus creencias, y se apuntan de una vez a la modernidad científica y progresista. Que es la buena, porque es la nuestra (y además el horóscopo del día confirma que hoy no somos supersticiosos). “Marchando: un currito para los cristianos!”.
… por fin dejan de tener prestigio social esas gentes tan molestas, empeñadas –¡qué sé yo!- en que las personas vivimos desde la concepción hasta la muerte, ambas naturales. Es tremendo soportar gentes a las que no les gustan las clonaciones, los abortos ni las eutanasias, ni siquiera cuando se presentan plañideramente a base de dramáticos casos extremos, reales o hipotéticos, con sofismas de laboratorio (farmacéutico), y con delicadas falacias, construidas con tanto cuidado y primor. ¡Qué pena: ellos se pierden el “prestigio” social que damos a cambio del apoyo! “Marchando: un currito para los cristianos!”.
… desprestigiamos de una vez a esos tipos que no aprecian como es debido los grandes avances sociales que suponen los “pseudo”-matrimonios homosexuales y los preservativos obligatorios en los colegios de enseñanza media. O que se empeñan, en cambio, en que haya libertad de enseñanza, que no todo sea seguir lo que manda el Estado, es decir, las ocurrencias del gobierno de turno. “Marchando: un currito para los cristianos!”.
… los contribuyentes dejan de una vez de destinar una ínfima parte de sus impuestos a la Iglesia, porque dice que atiende y cuida las misiones, los hospitales, los pobres, ancianos, locos y desamparados, las parroquias y santuarios o las catedrales y otras obras de arte pictóricas, musicales, literarias, y porque se empeñan decir en que eso es un servicio a la sociedad. Cuando todos sabemos que sólo se sirve a la sociedad haciendo lo que diga el Gobierno de turno, si es “progre”. Porque los duros que se dan a la Iglesia sólo sirven para que se forren a comer esos gordos eclesiásticos, parásitos sociales que mejor harían dedicándose a algo útil. “Marchando: un currito para los cristianos!”.
5. En fin, también hay otros que “aprovechan para ver si…”
… dado que el DVC ayuda a destacar los asuntos sexuales, en términos de "género", como quien no quiere la cosa, poniendo fuera de juego, en ridículo, el celibato apostólico de los católico. Dado que de paso se puede machacar un poco el intolerable machismo que no permite sacerdotisas, etc... Porque, como bien dice (sin querer) el DVC, la Iglesia es en realidad una tolerable dinastía monárquica (ojo: lo aprovechamos nosotros, republicanos hasta las cachas), que debería seguir los pasos previstos por su presunto fundador. La intensa luz sobre las partes pudendas del atareado conservador del Louvre (muerto tras el esfuerzo de dejar pistas, más que por cualquier disparo en el vientre) ya indica “artísticamente” hacia donde se mira, aunque no se vea.
Aunque sea ridículo (y resulte blasfemo para los católicos) reivindicar a “Magdalena” como feminista eclesial, dado que su “relevancia hereditaria” sólo viene por presunta vía matrimonial, como la secretaria del fundador de una multinacional que “se casa con el jefe”. O como Evita con Perón en Argentina. (Aviso para amigos e iniciados: ¡hay que evitar que circule esta idea, porque nos desmonta el primoroso tinglado sobre el “sagrado femenino”!). “Marchando: un currito para los cristianos!”.
… podemos sacar adelante una constitución europea sin mención de raíces trascendentes, y con sus libertades en asuntos de “salud” sexual, familiar, de limpieza de nacimiento y muerte: no más niños Down, no más espinas bífidas en un mundo sanitizado, no más ancianos como Juan Pablo II. Todos y todas, guapos, blanquitos y rubitos, bronceados ahora en verano y sin excesos de lípidos, celulitis o lo que se lleve en plan playboy o playgirl. (Es un fastidio que los cristianos no sean un poquito más elegantes, eugenéticos, o racistas, o como se diga sin quedar mal; es un fastidio que estén por la integración real de los inmigrantes: ¡con la cantidad de hijos que tienen esos inmigrantes, no sabemos bien dónde iremos a parar!). “Marchando: un currito para los cristianos!”.
… no nos siguen fastidiando con su idea de libertad política y su tendencia a la “transversalidad”, como en Italia, con católicos en partidos del centro izquierda, ¡qué barbaridad!. A ver si montan por fin un partido político de católicos, y nos dejan en paz con la libertad ideológica de la doctrina cristiana. A ver si conseguimos de una vez que lo que para ellos es fe, moral y doctrina, sea sólo una ideología política más, tan relativa y cambiante como las demás. “Marchando: un currito para los cristianos!”.
En fin, aprovechemos para ver si logramos que los cristianos lo sean sólo en sus casitas, de puertas adentro, pero que se olviden de serlo cuando están en la calle, en el trabajo profesional, en la arena cívica y política y –desde luego- en las instituciones públicas.
6. Hablemos un poco de la Bella inocente y de la Bestia de inocente apariencia
Así anda la Bella inocente, la Iglesia defendiendo causas impopulares. Así anda, como el auténtico "caballero" de Jorge Luis Borges, que "sólo defiende causas perdidas". El caso es que resulta que esas causas, que tanto molestan a algunos, son suyas porque (este sí) es un “sagrado legado” recibido, que ha de custodiar y hacer fructificar, porque además coincide con las exigencias de la dignidad humana. Contando con todas las debilidades humanas.
La (Bella) y hermosa Iglesia, y los cristianos, saben mejor que nadie que vivir como personas a la altura de la dignidad humana, la asumida por Jesús, no es precisamente algo cómodo, ni mágico, ni teórico, ni técnico, no es algo que se logre de una vez por todas y sin esfuerzo. La vida, pasión y muerte de Jesús no son macanas. Ni lo es tampoco la gloria de su resurrección. La práctica coherente de la vida cristiana no son macanas, ni caminitos de rosas en cuentos de hadas.
La vida en la (Bella) Iglesia, como toda rosa verdadera, tiene punzantes espinas. Y a veces, se topa enfrente con alguna que otra Bestia.
Entiendo que esta realidad moleste a quienes están entrampados e implicados como fautores y como fans, con el bodrio con lazos de pulpo gigante, con la Bestia que es el Código da Vici. Es difícil apearse del machito. Es mucho más fácil seguir dando mangazos a la pobre Bella, mientras luchamos (sobre todo nosotros: Disney-Columbia) por la supervivencia del más fuerte contra los dinosaurios y los otros monstruos bestiales (sobre todo ellos: Paramount, Universal, Fox, etc.) que conviven en esa isla brutal que es Hollywood, de ordinario escondida tras la bruma artificial del glamour fabricado al efecto.
6.1. A la defensiva de la Bestia, R.Howard deja a la Bella para el arrastre
Por eso, por ejemplo, se apresura Ron Howard (a la derecha, en la foto) a hacer un "framing" de su participación, planteando la alternativa de que su película es “buen cine”, y no una “provocación”. No sabía que lo opuesto a lo uno fuera lo otro. Sucede que se juega mucho dinero y poder en cada paso que Howard da en esa jungla que bien conoce. Pero quizá no se da cuenta de que –en este caso- está él mismo a la defensiva, arrimándose a tablas o a las cuerdas del ring que él mismo ha construido.
A diferencia de como sucede en la película de Peter Jackson (el público queremos y él también quiere que la chica, la Bella, salga sin estropicios de la brutal lucha de monstruos entre lianas, y así sucede, a pesar de los increíbles meneos que recibe), en este caso sucede que Ron Howard, repartiendo mangazos defensivos ante los restantes monstruos, enarbolando la chica en la mano izquierda, termina por (o se siente en la obligación “moral” de) dejar a la pobre Bella para el arrastre: “el film –dice anteayer en una entrevista en Repubblica- es una obra autónoma. Y como el libro es una ficción, no un tratado histórico-teológico que se toma con fanática seriedad”.
Es astuto plantear la retirada hacia la autonomía del arte. Y quizá hace bien en “declarar sin conceder” que se trata de una ficción, porque eso choca con la premisa mayor del lanzamiento, centrada en el slogan “seek the truth: May 19”. ¿De qué verdad se trata? ¿De si el chico y la chica al final se van juntos? ¿De que los asuntos que –casualmente, según dice Ron Howard- no tienen nada que ver con la historia o la teología quedan “resueltos”? Como tiene el saque, también en la entrevista, resulta que no sabe, no contesta… (Pero es la Bestia que resopla por una de sus cabezas).
De todos modos, en lo que se desvela su defensiva de la Bestia (quizá la película no resulte tan “artística” como piensa), es en el modo gratuito y un poco fascistoide de declarar, así, por sus pistolas, que “no es un tratado histórico-teológico que se toma con fanática seriedad”. ¿Ha dicho la Bella que la Bestia es “un tratado histórico-teológico”? ¿Lo ha tomado la Bella con esa tremebunda cosa que llama “fanática seriedad”? Más bien parece que es la Bestia que resopla por una de sus cabezas, que se trata de un “faux pas” que traiciona su propio “whisfull thinking”. Hubiera sido estupendo para la Bestia que la Bella hubiera resultado una fanática, con la seriedad de una “nazi”, por ejemplo. Pero no es así, estimado Sr. Howard: lo sentimos mucho, pero está usted de la parte de la Bestia.
Y lo está porque a fin de cuentas resulta dogmáticamente sectario, o fascistoide, atribuir a los demás lo que a uno mismo le hace daño en el zapato, y decir, como Mr. Howard dice en la entrevista: “¿pero cómo se puede plantear boicotear una película antes de haberla visto? Eso es odioso dogmatismo sectario”. (Alguien del servicio de relaciones públicas de la Bestia debería decirle, quizá, que está hablando de los benditos miembros de la Anti Defamation League judía, que estuvieron -es su trabajo- “promocionando” el boicot de “La Pasión” de Mel Gibson durante todo el año previo a su estreno).
Cuando es preguntado por las referencias de la película a la realidad, dice (dando por supuesto que todos estarán de acuerdo, no sólo en general, sino en este caso concreto) que “hay una subtrama con dos personajes peligrosos, fundamentalistas militantes. Para ellos, la fe ciega es una virtud que luego se tranforma en militancia que lleva al odio y a la sangre. El mundo en que vivimos es testigo de hasta qué punto hay consecuencias desastrosas cuando la fe se transforma en militancia”. ¿En qué quedamos, se cuenta una inocente ficción -la trama principal- o se desvela -con la trama "secundaria"- un peligro mundial en las insidiosas asechanzas contra el cristianismo?¿O endosamos todo el entuerto a los colegas de publicidad y marketing?
Es inteligente y profesional la respuesta de Howard, porque en las tramas secundarias, es donde están los contenidos temáticos fuertes de las películas, pero deja al descubierto que –a fin de cuentas- la película trata de lo que un momento antes había negado: de asuntos histórico-teológicos, que son tomados (atención: por los autores del libro y de la fiel película) “con fanática seriedad”, y así atribuídos a esos personajes de la subtrama. Los personajes y lo que hace y dicen sólo depende de quienes los construyen y los hacen hacer y decir cosas, como y cuando les da la gana.
Ron Howard ha hecho el juego de la Bestia, quizá sin quererlo, o sin terminar de darse cuenta de que lo hace. A lo mejor cae en la cuenta de que así sucede en tantísimas películas, en las que el malo (la Bestia, en este caso), tiene alrededor a sus tontos (o listos) útiles y sus compañeros de viaje (Hanks se suma al ya numeroso coro mediático de PR), asoldados para dar la cara por el (por ella, la Bestia, la película y -detrás-, Sony, el Estudio que necesita este escándalo para salir financieramente de un muy mal año).
6.2. La Bella, por su cuenta, empieza a salir del “follón” que le han montado
Termino. Dice un portavoz romano del Opus Dei, ayer, ante esas declaraciones de Ron Howard de anteayer, (recomiendo leer la declaración entera) que se “atrevería a rogar a Ron Howard que mantenga la serenidad y se exprese con respeto”. OK, muy bien. Y dice que la película “es ofensiva para los cristianos, Howard representa al agresor, y (…) no se puede quitar al agredido incluso el último derecho, el de expresar su punto de vista.” OK, ya lo sabemos, quizá R.H. no lo sabía.
Y recuerda que Howard dice "que no hay que tomarla demasiado en serio", para añadir "pero no es posible negar la importancia del cine y de la literatura. La ficción influye en nuestro modo de ver el mundo, sobre todo entre los jóvenes. No es serio no tomársela en serio." OK, desde luego que así son las cosas. Ya decía Gregorio Magno a Sereno, allá por el año 600, que “las imágenes educan a los iletrados y analfabetos, y mueven el corazón a la devoción”. Eso pasa con todas las imágenes, la edificantes del Magno y también el resto de imágenes. Hay que tomar muy en serio todas las ficciones. No se descalifica una historia diciendo que es ficción, a no ser que de antemano se identifique injustamente la ficción con las mentiras, los engaños u otras cosas.
No creo que a la Sony le gustara que en una ficción semejante al DVC, se mostrara que en realidad es una tapadera de la "yakuza", y heredera de los intereses e ideales de los nazis que los japoneses tuvieron por aliados en la segunda guerra mundial. Digo, por ejemplo… Es una pura ficción, que a buen seguro la Sony estaría dispuesta a financiar, dada su ilimitada confianza en que todo el mundo se dará cuenta de que se trata de una pura, simple e inocua ficcioncilla...
Y el caso es que la Bella sigue saliendo por su cuenta del follón montado por la Bestia. Dice, por ejemplo, Mons. Javier Echevarría, en una entrevista de Vittorio Messori, hoy, en el Corriere Della Sera que “ese fantasioso señor (Dan Brown) se ha ganado nuestras oraciones: rezamos con el mismo fervor por quien nos alaba que por quien nos difama”. Si bien, preguntado por su lectura del libro, dice que sólo lo ha hojeado: “no tengo tiempo para perder con novelillas para ingenuos. De todos modos, no es rechazable por lo que dice de nosotros: son las cosas acostumbradas, que nos hacen sonreír. Lo que me causa dolor son los delirios grotescos sobre Nuestro Señor y sobre nuestra Santa Madre Iglesia. Que digan lo que quieran de la Obra, pero que no blasfemen de la fe”.
La Iglesia (y el Opus Dei, una partecica de ella), reza por quienes blasfeman, les difaman y calumnian. La Bella ha triunfado, triunfa una vez más sobre la Bestia. Porque nadie puede impedir que los cristianos y especialmente los católicos, recen por quienes dejan su fe, su doctrina y su historia real, hechos unos zorros ante los ingenuos e ignorantes. La oración, el hablar con Dios y pedirle mercedes, algo que nadie puede impedir, siempre ha sido el arma secreta de la Iglesia, de la Bella.
----
Por hoy basta. Así está bien. Otro día, quizá, más.
Más, a propósito quizá del brillante ensayo de Rafael Gómez Pérez sobre la literatura de religión-ficción, La gnosis en calderilla y los millones en caja, o de la necesidad de paliar la ignoracia religiosa, o de l'esprit des Lumières según T. Todorov, o quizá a propósito de Tom Hanks como productor semioculto de la serie poligámica "Big Love", enfadando a los mormones, o de su corte de pelo en la película. Esto último, tan tonto y tan irreparable (el corte de pelo en plan “Mullet Code”, o “Código Salmonete”), puede ser una ruina para la película: no ha gustado a nadie entre los expertos, y se habla de lo ridículo que resulta, entre los pocos que han visto los primeros pases privados de la película.