Escribo con intención de razonar a vuelapluma en torno al fenómeno del llamado “Código Da Vinci”, o “Da Vinci Code” (en adelante, DVC). Bien es cierto que ya he publicado aquí mismo unas cuantas consideraciones (*) acerca de este peculiar asunto.
Hay varias circunstancias, relacionadas con el próximo estreno de la versión cinematográfica, que animan a explorar otros aspectos menos comentados de este fenómeno. Hoy solo hablaré de una circunstancia. Espero seguir más adelante con otras exploraciones. Desearía, de todos modos, que lo escrito no anime a casi nadie a convertirse en lector o espectador del asunto, por mucha curiosidad o morbo que pueda despertar. Esto no forma parte del marketing de la película organizado por Sony Columbia.
Lo que comento nace de la lectura de una protesta de los miembros de la National Organization of Albinism and Hypopigmentation (NOAH). Digamos que a los 17.000 albinos estadounidenses no les termina de gustar que Silas, el monje-asesino que los autores del DVC, libro y película, presentan como si fuera un tipo estándar, normal, del Opus Dei, sea precisamente albino. Cosa que además contradice la realidad de que el único señor del Opus Dei que se llama Silas, resulta que no es albino, según dice el New York Times.
Nada comentan los albinos de NOAH acerca de que las gentes del Opus Dei, sean o no albinos, resulten presentadas como si se dedicaran a alternar su trabajo normal de asesinos con sazonados latigazos en sus espaldas y sangrantes cilicios en los muslos. Eso es al parecer lo que debe darse por bien sabido, por descontado, según las sanas intenciones declaradas por parte de los autores del DVC. Porque se trata de un aspecto que los autores de la película han cuidado con especial delicadeza y esmero, según se aprecia en el “trailer” que han puesto en la red.
Quizá esperan así generar suficiente morbo para hacer las delicias de espectadores con gustos sadomasoquistas, que deben suponer numerosos, a la vista del realce que da el “trailer” a este asunto. Quizá también es que –y esto no lo han dicho, por lo que a lo mejor me equivoco- los productores piensan en el paso de los espectadores por la taquilla, dejando allí religiosamente sus dólares para poder disfrutar de tan prometedor espectáculo. No todo ha de ser complacer a extáticos espectadores de tendencias, digamos tipo "Brokeback", en esta temporada. Sabiendo, eso sí, que "life is not for sissies". En fin, que hay también otras opciones morbosas que cuidar y atender.
Pero el caso es que a los miembros de la Organización de Albinos e Hipopigmentados americanos no les termina de gustar que Paul Bettany, con el pelo pintado de platino, haga en el DVC de albino asesino, prototipo de masoquista medieval (católico, por supuesto), en la película. Están hartos, dicen, de la persistencia del estereotipo insultante de Hollywood, según el cual, cuando los malos son muy malos resulta que son albinos. Así –dicen- lo hemos podido ver, por lo menos, desde Vincent Price en The Fall of the House of Usher (1960) hasta los gemelos de The Matrix Reloaded (2003).
De todos modos, pienso que los miembros de la Organización de Albinos e Hipopigmentados hacen mal en quejarse y protestar civilizadamente. Porque el portavoz de Sony Columbia, Jim Kennedy, ya ha manifestado que su empresa “no pretende, no tiene intención de insultar a nadie” con esta película. Bien es cierto que el buen y bienintencionado Jim Kennedy, portavoz de la bienintencionada Sony Columbia se refería sólo a la fe de los cristianos, y en concreto de los católicos, y dentro de éstos a los miembros del Opus Dei. Incluyendo desde luego al Silas que no es albino (una vez mencionado por el NY Times) entre las restantes 85.000 personas, o las que sean, almas de buen vivir cristiano que andan por esos caminos de Dios. Quizá a partir de ahora, en la presentación de su nobleza de intenciones, el portavoz del DVC, Jim Kennedy, y su empresa Sony Columbia, tendrán que incluir también alguna alusión a los albinos de NOAH como no pretendidamente insultados, porque la película -mire usted por donde- es una ficción.
En cualquier caso, deja un poco perplejo este asunto, porque de lo que se quejan los Albinos e Hipopigmentados asociados es del “hecho” de ser presentados en el DVC como malos perversos en cuanto que son albinos. No da la impresión de que se quejen de alguna “pretensión” del portavoz Jim Kennedy, ni de ninguna “intención” de Sony Columbia, o de Dan Brown o del equipo realizador del DVC, la película, en ese sentido.
Se quejan única y exclusivamente de lo que hasta el momento unos y otros “han hecho”, desde Dan Brown hasta –qué sé yo, Amy Pascal, Ron Howard y demás- en concreto, en la realidad del mundo en que todos vivimos, al escribir y versionar para el cine la ficción del DVC. Y esto con independencia de cuales fueran sus intenciones, o lo que primero dijeron y ahora dicen acerca de ellas. A los Albinos e Hipopigmentados les traen justamente sin cuidado, les importa um bledo, las intenciones secretas o manifiestas de esos señores y señoras.
Lo que está en causa es el DVC, la película, no las intenciones de sus fautores. Algo hemos avanzado en crítica literaria y cinematográfica desde aquellos tiempos en que ingenuamente se hablaba de la relevancia de las presuntas “intenciones de los autores” a la hora de dar razón de sus obras.
Es curioso, de todos modos, que ni el portavoz Jim Kennedy, ni el estudio Sony Columbia, ni el equipo de producción y realización del DVC -una vez puestos a hablar de sus intenciones- no hayan mencionado ni por asomo sus nobles y legítimas intenciones de forrarse, de ganar un pastón con la película.
En este caso concreto, da la casualidad de que esto es precisamente algo de rigor, porque Sony Columbia está que se tambalea de pérdidas en lo que va de temporada: en el “rating” de los grandes estudios de Hollywood ocupa el puesto de cola en calidad de productos y en ingresos. Es de imaginar que las buenas intenciones de Sony Columbia pasen por ganar mucho dinero, todo el que sea capaz de reponer las cuantiosas pérdidas acumuladas.
Y para lograr esos dineros, se entiende que emprendan la operación de “amarrar” de entrada como espectadores a los millones de lectores que ha tenido el libro. Se entiende perfectamente, pero el caso es que no dicen nada del asunto. A lo mejor es que se trata de una operación "non-profit" o algo así, y -teniendo fama de trabajar sólo "for profit", como cualquier estudio en Hollywood- les da un poco de reparo o vergüenza que ahora se sepa de una presunta tarea de beneficencia humanitaria.
Al margen de la broma, que espero entiendan, según criterios empresariales resulta lógico pensar que quieran ser intencionadamente “fieles a la novela". Cosa que sí que dicen y repiten. Pero lo dicen bajo el argumento de que están adaptando una respetable "obra literaria", como si fuera un trabajo desinteresado, elegante y sólo de prestigio. No entiendo bien que insistan tanto en que tienen entre manos una auténtica obra de arte que han de respetar a poco que se precien como artistas, dada la sorprendente unanimidad de la crítica literaria mundial en señalar el bodrio literario.
Otra cosa es que se trate de un "best seller" que -según las trazas- ha sido escrito como tal género editorial (no literario), en plan "page-turner" que resulte "best seller", es decir, un producto destinado a la compra y lectura compulsivas e irrefrenables. Lo dicho sobre el "respeto" al texto tendría que ver con la literatura, si se hubiera dado el caso. Que, según la crítica, no se da. Sin embargo, lo no dicho sobre el "respeto" a los compradores del libro tiene claramente que ver con la industria, que en este caso no vende armas o automóviles, sino que es industria editorial y de entretenimiento. Algo que de suyo incide más o menos directamente en las ideas, imaginaciones y mentalidades de las gentes.
Lo que tampoco dicen ni Jim Kennedy ni nadie en Sony Columbia, es que con este arrebato de respeto y presunta necesidad de "fidelidad" a la "obra literaria" (no a los lectores que quieren encontrar pasando por las taquillas), han de ser conscientemente “infieles” a la realidad de las cosas. Incluyendo en esa consciente infidelidad (no sólo a la ciencia histórica, a la religión cristiana o al sentido común), sino ahora también a los miembros de la Organización de Albinos e Hipopigmentados estadounidenses.
Siguiendo la lógica del razonamiento implícito de Sony Columbia, alguien tendría que decir, de todos modos, a estos señores que –por mucho que sean hipopigmentados- en realidad, y si no se moderan un poco, están empezando a actuar como unos auténticos intransigentes retrógrados, ante los bienintencionados benefactores de la humanidad que han emprendido la generosa tarea de producir esta película. Son genuinos creadores artísticos que -¡vaya por Dios!- lo único que necesitan y esperan (aunque se les haya olvidado de decirlo: ya se sabe lo olvidadizos que son los artistas) es recaudar algo más de 400 millones de dólares de entrada, para ir cubriendo los gastos de los 160 millones que ha costado la producción, más lo que ahora cueste el marketing.
Por solidaridad con la intransigencia de los albinos, yo diría a estos bienintencionados autores del DVC, que no van a contar ni con un centavo del que suscribe para ver una mofa y befa de la realidad histórica y de la identidad cristiana. Mofa y befa quizá imprevista e indeseada por esos autores: por la ignorancia culpable de esos autores. Pero mofa y befa a fin de cuentas algo más molesta que –digamos- la que justamente enfada a los Albinos e Hipopigmentados con las trazas del tal Silas albino. Si he de ver la película para que luego no me reprochen hablar de ella sin verla, la descargaré de la red, gratis, sin robar nada a nadie.
Tampoco pienso ir ahora, ni escribir esto mismo en el sitio web que dicen los de Sony Columbia haber puesto el otro día a disposición de los intransigentes que no se conforman con sus declaraciones de buenas intenciones con el DVC, para allí “dialogar” en plan “challenge” al respecto. Es decir, polemizar y “dar aire” y visibilidad al producto comercial. Ya puestos, me permito invitar a los Albinos e Hipopigmentados asociados a no dejarse caer por semejante zona de eco propagandístico de la película, y de paso invito a esta misma actitud a quien buenamente lo considere oportuno. La abstención activa es en algunas ocasiones una opción cultural que supone una gran altura de miras y gran dosis de dignidad personal en quienes la practican. Esta es una de tales ocasiones. No se la pierdan.
De todos modos, he de decir a Jim Kennedy y a su empresa que cuando me haya gastado 160 millones de dólares en presentar la genuina imagen de los Albinos e Hipopigmentados, y ya de paso la de tantos otros cuya identidad e imagen queda gravemente tergiversada en el DVC, aunque sea una ficción, entonces yo mismo pondré un sitio web en plan "challenge". Así podrán entonces los de Sony y compañía, que quizá disientan de que no nos conformemos con sus declaraciones de la inocencia de sus intenciones, ni con decir ahora que se trata de una simple ficción, podrán -digo- dialogar con quienes no ven la cosa como ellos. Es decir, podrán publicar allí sus quejas y si te he visto mo me acuerdo. Igualdad, o al menos, semejanza de condiciones es lo propio del diálogo genuino. Lo otro es pretender ponerse a silbar contra viento huracanado.
Algún clásico ha dicho aquello de que "obras son amores y no buenas razones". Ni desde hace un tiempo los cristianos, ni ahora los Albinos e Hipopigmentados estadounidenses, parecen conformarse con las "buenas razones" acerca de las intenciones de Sony Columbia y el resto de fautores del DVC. Y eso que no mencionan, insisto, el asunto del dinero que esperan conseguir como fruto de su cuantiosa inversión financiera.
Asunto que -lo intuyo y me atrevo a decir con la boca pequeña, por supuesto, dado que no lo menciona el portavoz Jim Kennedy o algún otro de los implicados en la película- debe formar parte de sus intenciones más bien prioritarias.
Para saber más sobre el albinismo: en inglés y en español.
----
(*) Estos son los posts aquí publicados que más directamente se refieren al "Código Da Vinci":
-- "Las creencias de los demás": caricaturas de Mahoma y de Jesucristo
-- El Opus Dei según John Allen, visto por Christopher Howse
-- Más sobre credibilidad del Código Da Vinci, sin hacer el caldo gordo a Dan Brown y otros mercaderes infieles a la historia
-- Da Vinci Code, película (3): Umberto Eco tiene razón
-- Da Vinci Code, película (2): un "pacto de lectura" equívoco
-- Da Vinci Code, película (1): buscando aceptabilidad para falsedades comprobadas
-- Santa María Magdalena y el "Código Da Vinci"
-- Exactitud histórica en Da Vinci Code: con la Iglesia (de Westmisnter) hemos topado
-- "The Da Vinci Code": gnosticismo políticamente correcto
-- Introvigne: "Il Codice Da Vinci", ma la storia è un'altra cosa
-- The Da Vinci Code: nothing to buy in this best seller (in spanish).