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HE TENIDO ESTA TARDE ocasión de ver "The Passion" y de hablar con Steve McEveety y su esposa Susie. Steve es el productor -entre otras más- de buena parte de las películas de Mel Gibson, incluída esta última. Gracias, Steve, por el trabajo hecho con Mel Gibson en The Passion.
Después de dos horas de silencio y conmoción personal, viendo la película, no entiendo la polémica levantada en torno a ella. O quizá sí que la entiendo, pero lo que veo me confirma en que no merece la pena discutirla en el contexto de esa artificiosa y extemporánea polémica. Es la primera película sobre la Pasión en que cualquier persona -no sólo católicos o cristianos: basta un mínimo de sensibilidad y sentido trascendente- se siente involucrada como un "insider" activo en la historia que presenta. Y como "insider" se encuentra ante un Jesús roto que nos mira a los ojos y nos pregunta. Jesús -gracias, Jim Caviezel- mira a los ojos de los sumos sacerdotes, de Pilato -gracias, Hristo Naumov Shopov-, de Caifás, de Herodes, a los ojos de María -gracias, Maia Morgenstern-, Pedro, Judas, Juan, Magdalena, Verónica, Simón Cirineo, y mira y es mirado por el ladrón, el centurión y todos y cada uno de los demás. En cada uno de ellos -desde Caifás y Pilato hasta María y Juan- estamos los espectadores.
No hay sitio para polémicas victimarias: los espectadores somos al mismo tiempo cada uno de esos personajes y todos a la vez, viviendo este juego de miradas, a veces elusivas, a veces odiosas, a veces de sorpesa, a veces de comprensión, a veces de admiración, a veces de conversión, que responden a la mirada siempre amable, cariñosa, herida de amor, de Jesús. Como espectador, me veo empujado a averiguar cómo es la mirada de mi respuesta, mientras veo lo que sucede en la película y sobre todo luego, una vez que la historia se queda dentro. La tremenda belleza de las imágenes, que desde luego recuerda la mano del Caravaggio y deja de lado la iconografía de Fra Angelico, tiene el complemento de la banda sonora, que casi siempre sabe cuando necesitamos dejar de ver tanta ignominia, conscientes de que también hoy y ahora, todos nosotros, seguimos azotando, insultando, escupiendo al inocente que libre y voluntariamente nos salva.
Docenas de cosas pequeñas, mínimos detalles, hacen grandiosa esta película, como un monumento a la piedad. Un detalle entre tantos: la Virgen María y Magdalena -gracias, desde luego, Monica Bellucci-, limpiando, recogiendo piadosamente la sangre del suelo tras los brutales azotes en la columna, con unos paños entregados por la mujer de Pilatos... En un post anterior recogía un pensamiento pesimista de Kierkegaard acerca de la mano de los artistas ante la Pasión, incapaces de situarnos en su presente, inclinados a dejarnos como espectadores de una historia pasada, vista de lejos. Ahora tengo que decir que la Pasión -al menos en esta película de Mel Gibson- no se puede dejar de vivir en primera persona y en presente. Nuestra mirada se encuentra una y otra vez con la de Jesús, a la altura de nuestros ojos. Se trata de una mirada -insisto- amable, sin sombra de reproche. Una mirada que pide respuesta sin exigirla: deja incluso campo libre a cualquier cobarde huida. O a cualquier desprecio, debilidad o lúcida locura inducida por satanás -gracias, también, Rosalinda Celentano.
Alguien podría suponer que una película hablada en arameo y latín y subtitulada estaba destinada a poner al espectador en constante situación de espectador, alerta y lejos del drama de la Pasión. No es así: hay que hacer esfuerzos para dejar de ser testigos de lo que se ve. Quizá -siempre hay un quizá- me parece que se nos podían haber ahorrado algunos detalles repetitivos de saña en la subida al Calvario.
The Passion es la primera ocasión de haber visto en una pantalla algo que responde con mucha cercanía al sentido vital y al pleno ser histórico de lo leído en los Evangelios. Y también -es solo otro detalle- trae a la memoria lo vivido al leer los escritos de un santo que contemplaba la Pasión con frecuencia, convirtiendo al lector en un testigo más entre los personajes del drama. Este es el texto escrito por San Josemaría Escrivá para el misterio doloroso del Rosario que considera los azotes en la columna:
Habla Pilatos: Vosotros tenéis costumbre de que os suelte a uno por Pascua. ¿A quién dejamos libre, a Barrabás —ladrón, preso con otros por un homicidio— o a Jesús? (Math., XXVII,17.) Haz morir a éste y suelta a Barrabás, clama el pueblo incitado por sus príncipes. (Luc., XXIII, 18.)
Habla Pilatos de nuevo: Entonces ¿qué haré de Jesús que se llama el Cristo? (Math., XXVII, 22.)
—¡Crucifige eum! —¡Crucifícale! (Marc., XV, 14.)
Pilatos, por tercera vez, les dice: Pues ¿qué mal ha hecho? Yo no hallo en él causa alguna de muerte. (Luc., XXIII, 22.)
Aumentaba el clamor de la muchedumbre: ¡crucifícale, crucifícale! (Marc., XV, 14.)
Y Pilatos, deseando contentar al pueblo, les suelta a Barrabás y ordena que azoten a Jesús.
Atado a la columna. Lleno de llagas.
Suena el golpear de las correas sobre su carne rota, sobre su carne sin mancilla, que padece por tu carne pecadora. —Más golpes. Más saña. Más aún... Es el colmo de la humana crueldad.
Al cabo, rendidos, desatan a Jesús. —Y el cuerpo de Cristo se rinde también al dolor y cae, como un gusano, tronchado y medio muerto.
Tú y yo no podemos hablar. —No hacen falta palabras. —Míralo, míralo... despacio.
Después... ¿serás capaz de tener miedo a la expiación?
[Read the english version at the website dedicated to the writings of Opus Dei's Founder. By the way, I do not think that Mel Gibson not even had in mind this text while working The Passion. This approach between St. Josemaría's text of the "Scourging at the pillar", from the Sorrowful mysteries of the Holy Rosary on the one hand, and Mel Gibson's The Passion on the other hand, is just my personal point, not the Gibson's point. I'm no able soever to read Gibson's mind. Mel Gibson based the script on biblical and historical facts and on the diaries of Anne Catherine Emmerich (entitled “The Dolorous Passion of Our Lord Jesus Christ”). Read the Hector Carreon point on the historical and harassing controversy about "who crucified Jesus?". The historical answer, in a René Girard perspective: The Pharisees and their High Priest Caiphas blackmailing Pilato, and strangely adopting this one's roman-pagan (dyonisian) sacrificial point of view, instead of the traditional Jew-victims perspective (since then followed by Christians). The real full answer for all seasons and all times to the question about who crucified Jesus is simply this one: "each one of us". There are no outsiders from the mankind redemption.]
Esto es lo que he visto esta tarde en la pantalla. Podría escribir muchas más cosas, pero basta por hoy con saber que, como seres humanos de buena voluntad, solo podemos ser "insiders" en The Passion. Ya lo comprobarán cuando se estrene worldwide el próximo miércoles de Ceniza, el 25 de febrero de 2004. [Visit The Passion Official Movie Website.]