Obama ha hecho una gran campaña en verso, en clave épica, sembrando esperanzas que para algunos son casi redentoras (política, si no religiosamente, redentoras). Ahora le toca gobernar, cosa que de ordinario se hace en prosa, y que de ordinario -para el público espeso, votante y añorante de mítines televisivos- resulta más bien poco heroico y un tanto anodino.
Esta diferencia entre verso y prosa fué planteada por una Hillary Clinton enfurruñada, cuando a principios de este año, viéndolas venir en su pulso electoral con Obama, le dijo a éste, como si fuera un desafío o quizá mejor, un conjuro: "You campaign in poetry, but you govern in prose."
Eso decía Hillary, esperando que su lema "Experience Counts" calara en los electores... Cosa que no sucedió. Muy probablemente, entre otras cosas, porque en tiempos de crisis fuerte, sin duda suena mejor el buen verso optimista y prometedor que ponerse a hacer la cuenta de la vieja en prosa.
Y la prensa no dejó de entrar en el asunto. Un par de ejemplos entre otros: Presidential Politics: Prose/Poetry? junto a este otro: 'Poetry' of Barack Obama proves popular.
Es patente que -al menos en tiempos de crisis- no es la experiencia lo que cuenta para ser elegido. Aunque parece que -en principio- la experiencia viene bien para gobernar.
Obama y su equipo de escritores, encabezado por Jon Favreau (queda aquí referido su trabajo) ha entendido que a la gente le gustan los discursos heroicos, casi altisonantes, en donde comparece el cambiar el mundo, el empezar de nuevo, el olvidar el racismo (queda aquí apreciado y comentado su gran discurso sobre el asunto), el desterrar la pobreza, el hambre y la guerra y tantas cosas más en clave de grandes esperanzas nacionales y mundiales.
Veamos ahora cómo gobierna las cosas y casos, las crisis del día a día, cómo pasa del dicho al hecho, con nombres y apellidos para los cambios, las razas, los pobres, los hambrientos, las guerras... Con fechas límite y plazos breves para las grandes visiones y los sueños de esperanzas convertidos en expectativas que exigen respuestas tangibles inmediatas.
Esperemos sólo dos cosas en el paso de las palabras a los hechos: que -por su bien- olvide los tonos mesiánicos y redentores que no van con la prosa política del dia a dia, y que -ya puestos a aterrizar y moderar su discurso en tantos aspectos- aterrice y modere sus previas posiciones acerca del debido respeto a la vida del concebido y no nacido.
Incluyendo -y no se dice a voleo- la vida de supervivientes eventuales de abortos fallidos. Esperemos que, sin sofisterías, aclare cuanto antes su confusa postura de hechos contrastados y palabras acerca del infanticidio. Y rectifique lo que corresponda (en estos tiempos de "cambio") de sus hechos o sus palabras, porque juntos parece no tienen mucho sentido.
Al menos, sin entrar en lo que parecen confusas tecniquerías jurídico-políticas y juegos semántico con acepciones de palabras que deberían quedar claras. [Ver, por ejemplo: Barack Obama’s Actions and Shifting Claims on the Protection of Born-Alive Aborted Infants -– and What They Tell Us About His Thinking on Abortion, y también, por ejemplo, en FactCheck.org, Obama and 'Infanticide': The facts about Obama's votes against 'Born Alive' bills in Illinois].
De alguna manera hay que hacer algo respecto de esta desgraciada y famosa frase del hoy presidente electo:
Esperemos que -en su discurso del cambio posible- la dignidad
humana que ha predicado sea capaz de dejar nacer a los seres humanos
concebidos. Como dije hace unos días, seguro que Jon Favreau, "Favs, el poeta" sabría poner una música verbal emocionante a tan digna idea.